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Pérdida patrimonial

El mar borra la historia de Son Real

La importante necrópolis de Son Real, imagen de este año de Mallorca en la feria turística Fitur, está desapareciendo a marchas forzadas ante los fuertes envites del mar sin que las diversas autoridades competentes pongan remedio

Bernat Burgaya sobre una zona que el mar ya ha arrasado. P.C.

Si no se toma una decisión cuanto antes y se pone manos a la obra, muy probablemente la importante necrópolis de Son Real (Santa Margalida) se pierda definitivamente en pocos años. Bastará que se produzca un temporal como el acaecido en 2001 para que casi la totalidad de lo que queda pase a ser propiedad del mar, que lleva siglos reclamándolo.

La necrópolis de Son Real es el yacimiento arqueológico más importante de las Illes Balears. Es concretamente una necrópolis talayótica, las construcciones datan desde el siglo VII a.C hasta el I a.C. Se estima que contiene más de 200 enterramientos, según explica Jordi Hernández, director del actual proyecto de excavación.

Importancia

Es un yacimiento único en España. Sus funciones eran dar sepultura a los muertos pero el ritual fue variando; según la época utilizaban la inhumación o incineración; y la celebración de banquetes y rituales.

Su aspecto es muy importante ya que un alto grado de conservación permitió recuperar muchos restos humanos, y materiales para la identificación de las costumbres de los habitantes de las Illes Balears de esas épocas. Además, también se trata de unas construcciones únicas en toda la mediterránea.

Encontramos diferentes formas en tumbas; desde plantas circulares, cuadradas, rectangulares o absidiales. Las más alejadas del mar se encuentran en un alto grado de conservación, por el momento, y las más cercanas están muy erosionadas. Una gran parte se ha perdido definitivamente.

La acción destructora del mar sobre el conjunto patrimonial es muy sencilla de observar. Si se mira detenidamente en la parte de la costa lavada por las aguas se distinguen oquedades, fosas excavadas en la roca, de las que sólo queda el perfil.

Pueden parecer los típicos 'cocós' de una costa mediterránea erosionada, pero es sencillo deducir que no son naturales sino labradas por la mano del hombre. Las dimensiones que presentan y la alineación de los mismas indica claramente que nos encontramos ante los restos, casi imperceptibles ya, del trabajo de nuestros ancestros para honrar a sus difuntos con una última morada.

El yacimiento de Son Real languidece sólo con pequeños balones de oxigeno que aportan las campañas arqueológicas, que los últimos años se han reemprendido bajo el único patrocinio del Ayuntamiento de Santa Margalida. paradójicamente, la necrópolis fue la imagen de Mallorca en la última edición de la feria turística Fitur; una imagen que quedará sólo en el recuerdo si pronto no se toman medidas para impedir el desgaste del mar sobre las tumbas.

Las pérdidas

Los arqueólogos calculan que se ha perdido ya un 30% del yacimiento. Jordi Hernández indica que aproximadamente han sido arrasadas unas 20 sepulturas.

Pero además, las que fueron consolidadas el año pasado también se han visto afectadas por las tormentas del invierno de 2016. Bernat Burgaya, director de restauración del actual proyecto de excavación, apunta que "se hizo un trabajo de consolidación con mortero de cal y se dejaron varias tumbas a punto para ser visitadas después de haber sido excavadas. No obstante, el mar las ha afectado mucho y presentan derrumbes parciales respecto de lo que dejamos nosotros".

Muchas de las piedras que el mar ha arrancado de la necrópolis se pueden ver diseminadas por los alrededores. Tal es su fuerza que esta semana DIARIO de MALLORCA pudo comprobar personalmente junto a Jordi Hernández y Bernat Burgaya como aparecen restos de los pilares que soportaban una vieja construcción de cerramiento (una construcción moderna) que se efectuó para protegerlo hace años. Este cerramiento fue eliminado pero no los pilares en los que se sustentaban las barras de hierro. Parte de estos pilares aparece ahora a unos cien metros de su lugar original, diseminados por la costa.

Restos desperdigados

Burgaya identifica además losas procedentes de las tumbas junto a estos pilares. "Son identificables porque se observa que han sido trabajadas y presentan lados cortados rectos y a escuadra".

La situación es tal que Burgaya debe recurrir a fotografías tomadas en 2007, cuando se reemprendieron las excavaciones, para restaurar las tumbas que desde ese año se han visto parcialmente destruidas por el mar. Incluso recurre a la documentación de Miquel Tarradell, que comenzó a trabajar en la necrópolis en los años 60, para efectuar su trabajo pues ya ha desaparecido mucho de lo que Tarradell recuperó entonces.

Los arqueólogos están trabajando ya en la última parte de la necrópolis que queda intacta, la punta norte o de los fenicios. Aquí se han encontrado con varias sorpresas este año. Pero al tiempo se está trabajando intensamente en consolidar todo el conjunto funerario para que pueda ser visitado. Sin embargo, ello no será posible si las diferentes administraciones no se ponen de acuerdo para contener al mar.

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