Los veranos mallorquines y las fiestas patronales o populares estivales no se concebían, antaño, sin la celebración en cada pueblo o ciudad, de las tradicionales y rimbombantes verbenas, amenizadas por los grupos musicales u orquestales y cantantes de la máxima actualidad en el panorama isleño, nacional, y hasta de fama internacional.

Las verbenas, fueron durante las décadas de los años 50, 60 y 70, el plato fuerte, hasta el punto de convertirse en la atracción por la que rivalizaban unos municipios con otros. Un repaso a los programas de las fiestas de sa Pobla transporta a los que hoy peinan canas o lucen calva, a unos maravillosos años de adolescencia y juventud, en los que las verbenas del pueblo o de los municipios vecinos, suponían una válvula de escape para los más inocentes sentidos y unas ilusiones apasionantes, capaces de proporcionar unas experiencias tan simples como practicar los primeros escarceos amorosos o consolidar unas relaciones sentimentales sazonadas con el romanticismo de las canciones y de los ritmos musicales de un bolero, un tango, un pasodoble o un cha-cha-cha. O el placer de regresar a casa para acostarse con las luces del alba, cuando acallaban las últimas notas de la orquesta y en pleno consentimiento de los progenitores.

Las verbenas de sa Pobla gozaron de justa fama en toda la isla entre los años 50 y 70. Sus organizadores siempre se desvelaron por ofrecer la música y las canciones de máxima actualidad en cada época, y por llamar la atención con la contratación de una figura u orquesta estelar.

En el recuerdo de muchos están, todavía hoy presentes los éxitos obtenidos por José Gallardo y su Cubanolas, Bonet de San Pedro y los siete de Palma, Antonio Machín, Los Trashumantes, Joe Grifoll, la Gran Orquesta Florida, Lorenzo González, las tres Hermanas Russell y tantos otros de los años cincuenta. En las décadas de los sesenta y setenta, Tony Ronald, Los Javayolas, José Guardiola, Los Cinco del Este, Los Beta o Georgie Dann, fueron protagonistas de las veladas verbeneras.

En el año 1986 integraron el cartel verbenero el Grupo Bravo, el humorista Paco Gandía y la gran Elsa Baeza, que tuvo como telonero al cantautor mallorquín Jaume Sureda, para que al año siguiente encandilara a la multitud un emergente Bertín Osborne. Verbenas aparte, el año 1988 Luis Eduardo Aute, ofreció un concierto en el campo de fútbol del Polideportivo Municipal, con sus gradas llenas a rebosar.

Grupos de moda

Y en el mismo recinto, el año 1992, actuó en concierto un jovencísimo, pero ya triunfante Alejandro Sanz, mientras en la Plaça Major, la misma noche, amenizaban la verbena Los Valdemossa y Tomeu Penya. La exuberante vedette Norma Duval fue la gran atracción artística de las verbenas de 1997. Entre las orquestas o grupos musicales locales que compartían cartel con las estrellas, destacó de manera especial y durante muchos años La Rosaleda. Otros grupos de la localidad que exhibieron su buen hacer musical fueron Los Hawais o el Grupo 68.

Con la entrada del siglo actual, aquellas verbenas que recibían los calificativos de "colosal", "grande" o "extraordinaria", dieron paso a otro tipo de veladas musicales, pensadas en la demanda y los gustos de divertimiento de las generaciones más jóvenes.

Pecaminosas

Como puede deducirse de algunas crónicas que hacen referencia a la llegada o introducción de las verbenas, la nueva moda topó con no pocas dificultades llegadas de las capas sociales más puritanas y ultraconservadoras de la época.

Un curioso artículo del médico, historiador y escritor Bartomeu Siquier, publicado en el programa de las fiestas de sant Jaume de 1970, describe con detalle la polémica que suscitaron la celebración de las verbenas en sus inicios, hasta el punto de crear conflictos entre los regidores municipales: "las verbenas, que en sus comienzos eran conocidas como ball d´aferrat que tenía lugar en el recinto de la plaza ocasionaron serios problemas y mucho que hablar, hasta el punto de que en cierta ocasión la discusión promovida dentro del Consistorio, sobre la conveniencia o no de celebrarlas, fue causa de dimisiones de algunos regidores, voluntarias o forzosas, que trascendieron al pueblo con el consiguiente escándalo".

Según los escrúpulos o influencias de terceras personas sobre la conciencia del alcalde de turno, las verbenas tenían lugar en plena Plaza Mayor, a la vista de todo el mundo, o en los actuales jardines de la Escuela Graduada, y hubo años "que para que no fueran un atentado a los de pell prima, el escenario del baile estaba rodeado por una valla de cañizo, por aquello de que participara a la fiesta únicamente el que le apeteciera, fuera de la vista de los demás", añade Siquier.