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Entrevista

Jaime Salom: "En este edificio no hay 'Airbnb', está prohibido. ¡Así te evitas muchos líos!"

"El Illetes de los sesenta era precioso. ¡No había absolutamente nada! Apenas unos hoteles"

Salom, ayer, delante de los apartamentos Zodiac de Illetes (Calvià).

Tras 48 años de experiencia laboral, Jaime Salom tiene en su cabeza todos los secretos del complejo residencial Zodiac, compuesto por 84 apartamentos y ubicado en el céntrico paseo de Illetes. Como jefe de servicios técnicos, conoce todas sus interioridades -sus máquinas, sus conductos, sus sistemas- y a todos sus vecinos. El suyo es un testimonio del vertiginoso desarrollo turístico y urbanístico de Calvià en las últimas décadas.

-Cuénteme cómo empezó a trabajar en el edificio Zodiac.

-Pues fue en el año 1968. Mi padre ya trabajaba en este edificio y se encargaba de las instalaciones, del agua, de la fontanería. Yo empecé aprendiendo por las mañanas, ya que por las noches estudiaba la maestría de electricista. Después, ya me quedé como jefe de servicios técnicos.

-¿Cómo era el Illetes de finales de la década de los sesenta?

-Era precioso, ¡no había absolutamente nada! Apenas existían unos hoteles. El Albatros, el Hotel de Mar, el Bon Sol... No había los chalés que hay ahora.

-El perfil de turista que viene a Illetes habrá cambiado.

-Antes venía un turista de más calidad. Los ingleses, por ejemplo, tenían mucho poder adquisitivo.

-Me imagino que habrá conocido algún que otro personaje famoso.

-Bueno, Errol Flynn [célebre actor norteamericano conocido por sus papeles de aventurero] veraneaba aquí al lado, aunque yo no lo conocí. Y también la princesa Metternich, que era austríaca y tenía muy buenas relaciones con la Familia Real.

-¿Alguna celebridad con la que se haya encontrado en Zodiac?

-Antes, toda la Guardia del Rey venía en verano por aquí, incluido el capitán.

-¿Le desvelaron algún secreto jugoso?

-No, no. No se podía hablar con ellos de según qué temas. Lo tenían prohibido.

-Usted debe de conocer bien a todos los vecinos del complejo residencial.

-Es curioso, porque no sólo conozco a la gente de cuando empecé, en los sesenta, sino también a la siguiente generación, formada por sus hijos. Aquí hay muchos residentes de todo el año.

-¿Los vecinos de 'Airbnb', de alquiler turístico vacacional, no les han llegado aún al edificio?

-Aquí está prohibido ese tipo de alquiler turístico. Hay unos carteles avisando de que no se puede alquilar por días o semanas. Mucho mejor, porque así se evita mucho lío.

-Es una comunidad de vecinos poco habitual en estos tiempos.

-Se mantiene todo igual desde el principio. Hay un portero todo el día. Un encargado del mantenimiento. Y el entorno se cuida mucho, los jardines, las máquinas...

-¿Recuerda algún episodio que le haya impactado en estas casi cinco décadas?

-Me acuerdo de un día que tenía que ir a ver a unos vecinos. Nadie me abría la puerta. Bajé a por las llaves y, cuando volví y entré en el piso, me encontré con la mujer del vecino, muerta en el suelo. En estas décadas, he tenido mis ratos buenos y malos. A veces, con los directores he tenido mis tiras y aflojas, aunque ahora se ha estabilizado la relación.

-¿Nunca le tentó entrar a trabajar en la industria turística?

-La verdad es que antes había tanto trabajo en el edificio que no tenía ni tiempo para pensar en cambiar de trabajo. ¡Esto es peor que un hotel! Me lo sé todo de memoria.

-¿Y ahora qué hará?

-Tengo una finca en Sencelles y me dedicaré a ella, aunque también estaré pendiente del teléfono.

-¿Para qué tiene que estar pendiente del teléfono?

-Ahora una empresa me sustituirá en Zodiac, pero tendré que seguir pendiente para asesorarles. ¡Tengo el edificio en mi cabeza!

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