Un donante anónimo se acercó, quince minutos antes de que comenzara la fiesta de los patos de Can Picafort, hasta el estrado montado para realizar el sorteo de premios y entregó un regalo sorpresa para ser sorteado. El alcalde delegado del núcleo costero de Santa Margalida, Joan Monjo, aseguró que "la sorpresa fue que se trataba de cuatro patos vivos".

Según explica el responsable municipal, los animales llegaron "bien transportados", en cajas de cartón con agujeros para la respiración y "con el anagrama de la Generalitat valenciana", según dice. Monjo solicitó a los agentes del Seprona, presentes en el lugar, si estaba permitido regalarlos a los participantes y afirma que los agentes le dijeron que no había ningún impedimento.

De echo los cuatro ánades fueron sorteados entre los participantes tras finalizar el sorteo habitual.

Joan Monjo sostiene que "sin duda el donante ha querido dar un toque de atención para reivindicar que nuestra fiesta vuelva a ser lo que era". Monjo recuerda que "a propuesta del Ayuntamiento, El Pi propuso al Parlament un pronunciamiento para que la fiesta de Can Picafort se contemplara como una de las excepciones a la ley, debido a que desde 1933 se viene celebrando sin interrupción".

Patos de goma

No obstante, ayer, y sin esa excepción, la fiesta se celebró como ya es habitual, lanzando patitos de goma desde las doce embarcaciones que se dispusieron frente a la explanada del hotel Maripaz, también conocida como el Mollet dels Inqueros.

Unas 4.000 personas asistieron al evento, según cifras facilitadas por el consistorio. Se lanzaron un total de 1.000 patos de goma al agua que fueron rápidamente atrapados por los nadadores. Cada muñeco contenía un número que fue el que sirvió para la rifa posterior en la que se repartieron unos 150 premios, más los cuatro patos vivos.