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Décadas de libros sobre la represión en Mallorca

George Bernanos fue el primero en denunciar los crímenes. Llorenç Capellà puso nombre a la mayoría de las víctimas

­La literatura y la denuncia sobre la represión falangista en Mallorca nacieron con la misma Guerra Civil. George Bernanos (1888-1948), un escritor francés residente en El Terreno, católico convencido, padre de un falangista de primera hora y simpatizante él mismo con la derecha, se sentaba en los primeros meses de la tragedia en la cafetería Miami, situada en el Born, en lo que hoy es Zara. Allí, rodeado de camisas azules, en la mismísima boca del lobo, escribía Les grands cimetièrs sous la lune. Publicada en Francia, la obra abrió los ojos a una parte de Europa sobre los asesinatos que cada noche se producían en las cunetas de las carreteras mallorquinas y la pasividad, cuando no complicidad activa, de la Iglesia mallorquina en la masacre.

La eclosión de las investigaciones sobre los crímenes del franquismo tuvo que esperar hasta la muerte del dictador en 1975. Un libro de Llorenç Capellà fue el primero en poner en 1977 nombre y apellidos a buena parte de las víctimas de la violencia de los rebeldes en Mallorca. Una represión que comenzó inmediatamente después del 18 de julio de 1936, se agravó tras el desembarco de Bayo en Portocristo y solo se atemperó, aunque no cesó, avanzado 1937, cuando las sacas incontroladas fueron encauzadas a través de la justicia militar. Dos años después de la muerte de Franco aún persistía el miedo a hablar de la guerra sucia, de las víctimas y de los verdugos -muchos de ellos aún vivían- por lo que Capellà explica que "por razones de discreción no nombro la procedencia de las fuentes orales o documentales de las que me he servido". Los temores no desaparecen en el momento en que se dispara la última bala. Persisten durante décadas.

En 1981, Jean Schalekamp publicó Mallorca 1936, d´una illa hom no en pot fugir. Ya no se trataba de elaborar una lista de nombres, sino de recoger pueblo a pueblo las historias vividas en primera persona por las víctimas o por sus familiares. El relato de los sucesos de los primeros meses de la guerra resulta estremecedor.

Aunque la lista de historiadores que han tratado la cuestión sería interminable, es Josep Massot i Muntaner el que con más ahínco se ha dedicado a la tarea. Ya en 1976 publicó La guerra Civil a Mallorca y desde entonces una decena de libros han tratado el papel de los intelectuales, de los escritores y de la propia Iglesia -Massot es monje de Montserrat- en la Guerra Civil Española.

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