El formato actual de la Fira de Manacor, es decir, agrícola, ganadera, industrial y artesana, cumplía ayer su 25 edición. Y a buena fe que volvió a ser su escaparate anual, el punto del año en que productores, comerciantes, agricultores y ganaderos encontraron, todos a su manera, el lugar donde poder disfrutar y adquirir las novedades de cada sector, engullidos eso sí, en un mar de visitantes, un gentío propio de las grandes ocasiones y que con el sol primaveral, pareció germinar exponencialmente hasta contarse por decenas de miles.

Como viene pasando durante los últimos años, el cuadrado formado por las avenidas de Baix des Cós y Na Camel·la, la avenida des Parc y las calles del centro peatonal fue el circuito por donde se colocaron casi dos kilómetros de paradas y donde circuló un público que a mediodía ya empezó a notar los rigores del calor y fue buscando, como ya tenía previsto el Ayuntamiento situando los lugares de mayor concentración coincidiendo con zonas de bares y restaurantes, lugares más frescos donde refrescar el gaznate y empezar a picar algo.

Hubo lugar para la maquinaria, los coches, las demostraciones equinas y hasta para una sorprendente combinación entre las floristerías locales y una reinterpretación de las Rondalles Mallorquines de Antoni Maria Alcover, con un resultado que agradó mucho a quienes pasearon por el jardín habilitado para ello.

Arte para todos

Pero entre la industria y el campo, también hubo un lugar claro y específico para el arte, SAIM el primer salón de arte independiente de Manacor, que acoge en una antigua ebanistería a más de cien obras de 23 artistas, que quiere convertirse tanto en una plataforma estable para todos aquellos artistas independientes que quieran darse a conocer, como en un espacio para los ya consagrados. Una muestra de la reactivación artística y cultural autogestionada que está aconteciendo en la ciudad.