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Entrevista

Tomeu Matamalas: "El peligro de la nostalgia es que tiende a filtrar los recuerdos malos"

Matamalas, sentado en uno de los pequeños sofás de la Associació Cultural s'Agrícola. s. sansó

-¿En qué basará su pregón de mañana?

-Hablaré sobre todo de mi infancia, adolescencia y juventud en Manacor; con una reflexión final... y tal vez una sorpresa. Evitando referencias políticas, eso sí.

-¿Por qué?

-Porque los medios de comunicación ya se encargan de hablar mucho de ello, y a mi me interesa más hablar de la gente normal, del pueblo... y no quiero decir que los políticos no lo sean [sonríe].

-¿La nostalgia es peligrosa?

-Sí, porque el cerebro tiene tendencia a filtrar y a dejar pasar solo lo bueno, recuerdos magníficos, por más de que todo no fuera así. Manacor no era tan idílico en los años cincuenta. Con seis o siete años yo aún tuve tifus. Antes del turismo, ni higiénica ni económicamente era nada del otro mundo. Pero, inconscientemente, siempre disculpas la parte negativa.

-¿Tampoco se notaba el franquismo?

-Cuando eres un niño no te das cuenta. Después evidentemente eres consciente de la parte negativa, de lo nefasta que fue la falta de libertad y el control ideológico. Pero de pequeño eso no me impidió ser muy feliz. También hay que decir que a partir de los sesenta y en las zonas turísticas, la consigna era la ser más permisivo, porque el turismo empezaba a ser una parte importante en la economía española. En cierta manera el turismo ayudó a expandir los aires europeos hasta Mallorca.

-¿El turismo y la música le cambiaron la vida?

-En un mismo periodo de tiempo coincidieron el boom turístico y el movimiento juvenil mundial que fueron los Beatles. En mi caso no hay duda de que yo soy hijo de The Beatles.

-¿Cómo era la Cala Millor donde usted tocaba?

-Como le decía, era como ir a Europa sin salir de la isla. Cala Millor cambió mucho en pocos años, pasó de dos hoteles, el Eureka y el Sabina, a la apertura de dos o tres más cada temporada... y eso comportaba la demanda de grupos musicales. Por eso solo en Manacor llegó a haber unos 40. Empecé tocando la batería con quince años en Los Lagartos, entre 1965 y 1967, junto a Joan Bibiloni, Rafel Aguiló y Miquel Àngel Álvarez. Después vinieron Los Otros y durante quince veranos seguidos actuamos con Amigos.

-¿Con quince años y ya cantaban en inglés?

-Alguna canción... pero sin saber exactamente lo que decíamos.

-¿Se sentían protagonistas?

-Lo éramos. Es decir, en aquellos días, los turistas se arreglaban y estaban atentos a lo que tocabas. Los hoteles situaban a los grupos en espacios adecuados y no en una esquina al lado de la cocina, como a veces pasa ahora. Entonces todos los turistas parecían ricos... normal, cuando por cien libras tenían un montón de pesetas.

-¿Entre tanto grupo, no hubo ninguno que diera el gran salto discográfico?

-Sí, los Falcons. Firmaron por un sello nacional y estuvieron tres años actuando por toda la península con dos números uno incluidos. Pero al cabo de un tiempo se dieron cuenta de que prácticamente no habían sacado un duro. Lo que quiero decir es que era arriesgado ser profesional, cuando en seis meses podías ganar más de lo que ganaba un trabajador normal en todo el año.

-¿Cuándo le vino su afición por dibujar?

-También desde pequeño. Yo siempre digo que mis estudios han sido tardíos y anárquicos. De hecho no tengo ningún título académico que certifique ninguna aptitud... aunque sí, pensándolo bien,¡ eso después me llevó a ejercer de delineante durante 37 años! [sonríe]. Era el clásico niño que dibujaba y que después, en los años ochenta, se unió a la explosión de los cómics de autor. Junto a Jaume Ramis, Tomeu Caragol y Jaume Capó, entre 1983 y 1984, editamos seis números de la revista Llunari. Eran historietas con pretensiones literarias, no con simples chistes. Hasta sacamos un monográfico de Borges. Recuerdo que fuimos al Saló del Cómic de Barcelona, nos hicimos una foto y se lo entregamos en persona.

-¿Su talento es innato?

-Algo debes tener; pero lo que a los demás les costaba menos, yo lo suplía con mucho trabajo. Si tienes interés por algo, acabas aprendiendo.

-Hágame una lista rápida: tres grupos musicales, tres autores literarios y tres dibujantes

-Me lo pone complicado, pero acepto. Grupos: Los Beatles, los Rolling Stones y Crosby, Still, Nash and Young. Escritores me quedo con Jorge Luis Borges, Marguerite Yourcenar y Miquel Àngel Riera; mientras que mis dibujantes favoritos son, por ejemplo, Breccia, Moebius e Ibáñez.

-Desde hace años también escribe. ¿Se considera usted un hombre del Renacimiento?

-Quizá en el sentido de que soy una persona que se dedica a la creación, por lo que siempre es conveniente saber un poco de todo. Por ejemplo, para escribir no es necesario ver ballet, pero tienes muchas posibilidades de escribir mejor. Leonardo fue el más interesante del Renacimiento, pero no fue el mejor. Solo existen una docena de cuadros que se le puedan atribuir con certeza y muchos de sus inventos no funcionaron. Sin embargo fue un genio que se anticipó 500 años al resto.

-¿Por qué decidió que también escribiría novelas?

-Siempre he sido un lector tirando a compulsivo. Tengo alrededor de 2.000 libros en casa y ninguno ha sido heredado. Me los he leído todos al menos una vez. Dicho esto, cuando cumplí los 50 volví de Florencia con la idea de componer doce canciones, cada una sobre un pintor renacentista. Pero investigando descubrí tantas historias entrelazadas, algunas con Mallorca, que me lancé a escribir.

-¿Cuál fue la primera?

-Les rares pedres fines, con la que en 2003 tuve la suerte de ganar el premio literario de Xàtiva. Después vinieron Bel Canto (2006), l'Illa d'Antígona (2012), después un libro sobre los grupos musicales de la zona durante el boom turístico, Paradise of love, y ahora La família Amat, un 'thriller' medieval ambientado en el siglo XV.

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