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Entrevista

Jaume Barceló 'de Can Coloma': "Cuando empezaba un alcalde le hacía una 'radiografía' para saber cómo entrarle"

"Durante este tiempo he ido apuntando vivencias y anécdotas, pero no creo que nunca las publique"

Barceló posa para este periódico frente al ayuntamiento de Campos, su segunda casa. s. sansó

-¿Recuerda la fecha en la que entró de saig?

-Perfectamente, fue el 31 de octubre de 1981, dos años después de entrar en la Policía Local de Campos con el primer ayuntamiento democrático y sustituyendo a l'amo en Mateu Pou.

-Ya no habrá más...

-No. Conmigo desaparece la figura del saig aquí. De hecho en Mallorca ya solo quedarán dos, los de Santanyí y Sencelles, este último con labores ya de auxiliar.

-¿Qué hacía hoy en día un saig como usted?

-Lo que te mandase el alcalde. Asistir y controlar los plenos, acudir a los actos oficiales, acompañar al alcalde, llevar en coche las notificaciones municipales a Palma o pasar, ayuntamiento por ayuntamiento, a invitarles a los actos festivos de Campos. Yo gané la plaza como oficial aguacil celador de obras, así que también me encargaba de eso, tanto de las urbanas como de las rústicas... y siempre con amabilidad.

-O sea que usted ya no hizo crides, ¿no?

-No, antes el saig iba en bici con el tambor y la corneta, leyendo todos los bandos municipales: "Por orden del señor alcalde, se hace saber..." [recuerda]. Después se cambió por un sistema de megafonía con altavoces en las calles principales. Cada semana había un par de anuncios. Se ponía el himno nacional y a continuación la información.

-Era el 'facebook' municipal del siglo XX...

-Algo así. Las cosas han cambiado mucho en este sentido y estoy convencido de que a mejor. Antes los vecinos iban al Ayuntamiento también si tenían cosas que vender o querían comprar algo. Pagaban una tasa y durante la crida se leía su anuncio por megafonía. El último que recuerdo fue el de Can Miquel Beques, que compraba alcaparras.

-¿A qué alcaldes ha conocido usted durante todo este tiempo?

-A Guillem Mas Vinyola (UCD, Unió Campanera), Sebastià Roig de s'Impremta (PP), Andreu Prohens de can Nina (PP), a Guillem Ginard Pellisseta (UM, +Acció), Joan Juan (PSM) y ahora a Sebastià Sagreras Peixet (PP).

-¿Alguno con el que tuviera mayor complicidad?

-Yo suelo decir que he tenido amigos y no jefes, porque mientras hagas tu trabajo no hay ningún problema. No hay ningún alcalde con las mismas ideas, aunque sean del mismo partido. Así que al empezar en el cargo yo les hacía una 'radiografía' para saber por donde podía entrarles. También siempre me he llevado bien con todos los técnicos, muchos son amigos. Me llevo un muy buen recuerdo. No dejo a ninguna persona agraviada, y si es así, no me lo han hecho saber.

-¿Qué debe tener un saig?

-Unas orejas así de grandes [hace el gesto con ambas manos] y no escuchar, unos ojos así de grandes y no ver nada, y una boca para decir lo justo.

-¿Recuerda su primer sueldo?

-Como Policía 'de verano' por así decirlo, que es como entré, 30.000 pesetas al mes. Después por hacer de saig 40.000. Lo mismo que cuando conducía camiones.

-¿Cada día tenía que estar al servicio del alcalde?

-Puntual a las ocho en la sala que la Policía Local tenía aquí en el Ayuntamiento. Después, a mediados de los ochenta, con la primera emisora portátil, tuve 15 kilómetros de libertad, que más o menos es el radio del municipio [sonríe]. Me llamaban y acudía.

-¿Cuántos agentes formaban la plantilla de la Policía Local de Campos cuando empezó?

-Cinco policías, o municipals como se llamaban entonces... ahora son aproximadamente una treintena. Recuerdo que los únicos vehículos que teníamos eran un vespino y un Renault 6 con matrícula PM-6025-N, que fue el primer coche que tuvo la Policía de Campos.

-¿Recuerda qué pruebas pasó para convertirse en el saig?

-Vino un examinador de Delegación de Gobierno para la oposición. Se necesitaba el título de educación general básica y recuerdo que entre las pruebas hubo un dictado, un problema, la denominación de las fincas de Campos, saberse las calles del pueblo y algunas cuentas matemáticas. Creo que fuimos cinco los que nos presentamos.

-Con tantos años al lado de alcalde y funcionarios, alguna anécdota debe tener

-Muchísimas... pero muchas no interesan y otras no conviene que se sepan [sonríe]. Durante este tiempo solía llevar siempre conmigo una libreta para ir apuntando todo lo que me pasaba o las historias más curiosas, pero para mi, para que no se me olvidaran... no tengo intención de publicar un libro de memorias.

-Habrá conocido a gente famosa

-Supongo que sí. El problema es que a mucha gente no la he reconocido. Actores, cantantes, muchos han sido los que han rodado en la costa, en es Trenc; pero tampoco me he preocupado por saber más. La que sí que recuerdo es a la reina Sofía, que vino a Campos en 1989 para interesarse por los desperfectos ocasionados por la torrentada.

-¿Y qué hará ahora que lo deja?

-Estar con mi mujer, con mis nietas y ¡disfrutar todo lo que pueda! Me gusta pescar, cazar y cuidar del campo, así que no me voy a aburrir.

-El año que usted se va, se acaba el concurso morfológico de vacas, cómo ve la crisis del sector en Campos?

-Es curioso, porque el año que empecé se instauró el concurso y cuando lo dejo es cuando se acaba. Creo que los últimos tiempos han sido una hecatombe para el municipio en este sentido. Todas las infraestructuras de las fincas estaban enfocadas a la producción lechera, puede que incluso demasiado. Antes había una industria, los ganaderos podían vender a Blahi, a Piris o a Ilma. Hoy todo eso ha desparecido porque el coste de producción ya no compensa.

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