Hace ahora 40 años, cuando cerró como el primer instituto público de secundaria que fue en 1937, su futuro era incierto. Tanto como tres décadas atrás, cuando languidecía como espacio de ensayo para la banda municipal de música o como centro para pruebas de solfeo. O como hace solo cinco, momento en que estuvo a punto de cerrar otra vez como centro de educación infantil. Pero la presión popular unas veces o la necesidad de espacio en otras, siempre han acabado por rescatar un edificio inaugurado en plena contienda civil, como instituto Ramon Llull y que desde entonces ocupa buena parte del que fuera recinto defensivo rural de ses Puntes (del siglo XIV).
Ahora, a punto de cumplir 80 años, Sa Torre pasará a ser CEIP, es decir, un colegio que cubrirá la educación de niños hasta sexto curso, paso previo al instituto. Así lo confirmó hace unas semanas el inspector educativo de la zona de Manacor, Josep Gomila, en un acto informativo junto a padres y directores de los centros del municipio. Sa Torre pasará de ofrecer dos aulas de tres años como hasta ahora, a solamente una por curso hasta los doce años.
Heredero del colegio del mismo nombre inaugurado en 1876 como punto privado de "enseñanza cultural" (administrado por una junta de abogados, médicos y religiosos), no fue hasta el siglo XX cuando se constituyó como una sede del instituto Ramon Llull de Palma, de donde vinieron los primeros profesores (tres de letras y tres de ciencias) de la Comisión Examinadora que pasaron las pruebas de ingreso de la primera hornada. Y no fue hasta la construcción del IES Mossèn Alcover y el posterior instituto de Na Camel·la, cuando el viejo Sa Torre pudo 'jubilarse'.
Traslado frustrado
Tras varios años de dudas, el edificio fue finalmente rehabilitado para el uso infantil. Y así siguió hasta finales de 2011, cuando el ayuntamiento de Manacor anunció que sus 150 alumnos debían ser trasladados al nuevo edificio multifuncional del antiguo cuartel de Els Sementals, junto al CEIP Simó Ballester.
Pero airadas protestas de los padres primero, y la imposibilidad de usar el nuevo edificio por problemas administrativos después, hicieron desistir al consistorio, que había pensado en Sa Torre como el nuevo centro juvenil que después quedó ubicado en Na Camel·la.
Precisamente el Simó Ballester será quien acoja las dos aulas para los alumnos de tres años que hubieran empezado en Sa Torre. Una nueva vida para un colegio de amplios muros y aulas altas que se niega a dejar los libros.
