Ayer se apagó la voz de Josep Noguera Arrom, de 77 años, sacerdote y activista por los derechos humanos, que durante su trayectoria destacó por el empeño en fomentar el papel de la conciencia social en la Iglesia. Durante sus 50 años como capellán pasó por las parroquias de Muro, L'Encarnació, Cala Major y El Terreno. Su último destino fue en Alaró, donde se jubiló al cumplir los 75 años. En ese momento decidió retirarse de la primera línea y, como explicaba en una entrevista concedida a Diario de Mallorca -periódico en el que también colaboró como articulista- eligió dedicarse a vivir con tranquilidad la última etapa de la vida.

En los últimos dos años realizó tareas de voluntariado en el centro penitenciario de Palma, donde visitaba a los presos para impartir clases de inglés, conversar o jugar al parchís con ellos. Los problemas de salud que comenzó a padecer el año pasado le obligaron a abandonar este servicio.

El obispo Teodor Úbeda le confió durante ocho años la delegación diocesana de Acción Social y Noguera reconocía que fue uno de los mejores momentos de su vida. También destacó como párroco de L'Encarnació, momento en el que impulsó la creación del colectivo Drets Humans Mallorca, y su labor docente como profesor en el recién estrenado colegio CIDE.

Se mostró crítico con la Iglesia actual carente de ilusión transformadora y reivindicó el debate sobre el celibato sacerdotal y el papel de la mujer. Hasta el último momento se definió como un hijo del Concilio Vaticano II y admirador de la Teología de la Liberación. Aseguraba que seguía rezando cada día por el Papa Francisco.