La tradición o costumbre de no comer carne o beber alcohol con motivo de la festividad del Viernes Santo ya es algo que se ha perdido en muchas familias. Sin embargo, el hecho de que se pierdan un poco algunas tradiciones es diferente al de organizar fiestas en estos días de teórico recogimiento, algo que llevan a cabo los quintos de Alaró, una práctica que tiene a los vecinos de la localidad divididos.

Desde hace unos años, de forma improvisada, el Viernes Santo se ha convertido para los jóvenes de Alaró en el día en que se reúnen con todos los de su quinta para comer juntos. Lo que empezó como una comida para algunos, ha ido ganando más adeptos cada año, congregando ya a más de quince quintas.

Los más jóvenes son los que este año cumplen la mayoría de edad, pero ninguna de las quintas anteriores se retira, por lo que cada año son más numerosas las personas que participan de este evento. Los restaurantes hace semanas que ya lo tienen todo reservado. Incluso este año el acto ya se recogía en el programa que elabora el Ayuntamiento por la Semana Santa.

No obstante, son muchos los vecinos de la localidad que consideran que hay otros días para celebrar esta fiesta. El problema, según algunos residentes, es que tras la comida llega la fiesta, "se ponen a beber y luego no sale nadie a la procesión", se lamentan.

Las cofradías de la Semana Santa han intentado que se cambie la fecha, pues mucha gente a la hora de iniciarse las procesiones ya no desfila, además de que en muchos bares siguen con la música alta. "Es una falta de respeto para los que salen, cuando pasamos por delante hay mucho ruido", apuntan algunos cofrades.

Sin embargo, al ser un evento que surgió de forma improvisada no hay ninguna comisión ni nadie que pueda decidir cambiar de día u organizarlo de otra forma para evitar el conflicto con los vecinos que sí viven la Pascua con intensidad.