Joana Aina Llabrés Ribot, Ponceta, recibió gozosa el pasado miércoles a familiares, autoridades, amigos y vecinos, que asistieron a la celebración de su fiesta de cumpleaños, "que ya son cien y siento una gran alegría de celebrarlos en tan buenas condiciones de salud, sin tomar medicamento alguno más que una pastillita para la tensión", decía sonriente.

Y es que madò na Joana, a excepción de un leve problema de movilidad que la obliga a caminar ayudada de un carrito, conserva un envidiable estado de salud física y mental. Cuenta que de niña, a los 12 años, empezó a trabajar como jornalera en el campo: "Hice de marjalera toda la vida, menos los últimos cuatro años antes de jubilarme que trabajé en un restaurante". Se casó a los 25 años con Sebastián Torrens, con el que tuvieron su único hijo, Sebastià, y enviudó a los 71 años.

Al recordarle que cuando ella tenía 20 años estalló la Guerra Civil, pone cara seria y contesta: "Sí, me acuerdo que pasamos mucho miedo. Cuando oíamos el ruido de los aviones la gente se escondía donde podía. No sabíamos lo que pasaba; fue horrible, y eso que en sa Pobla hubo bastante tranquilidad".

Joana Aina confiesa su gran afición por las glosas, "en sé un caramull -dice- y le tengo una preparada al alcalde cuando venga esta tarde a verme: "Ses fadrines des rotlat / fan a nes fadrins saleta / que canti madò Ponceta / qué ja té es plet guanyat".

La centenaria, recibió un significativo detalle de felicitación de manos del alcalde Biel Ferragut.