La UTE que debía construir el Teatro Principal de Inca, y que todo el mundo sabía que no acabaría la obra antes de adjudicársela, pero que por ley se le tenía que adjudicar -cosas veredes amigo Sancho-, se largó y dejó tras de sí el edificio medio derruido o medio en construcción (no se sabe bien a simple vista) y las aceras de los alrededores que dan auténtico asco, no por la suciedad sino por el deterioro.
Y es que a esas empresas parecía que se le iba a permitir todo, en materia de tráfico quiero decir. Para empezar se le reservó una zona de estacionamiento y de colocación de casetas de obra a costa del aparcamiento de los vecinos de la ciudad. Ya me hubiera gustado a mi ver eso si hubiera sido una promoción privada. Para continuar, en lugar de acceder con vehículos pequeños, pues estamos hablando de calles estrechas del centro de la ciudad, llegó con lo que le dio la real gana. Y las aceras de las esquinas situadas frente a la entrada se resquebrajaron y se hundieron. Se fue la empresa hace más de un año y las aceras siguen igual. La queja no es ya quién lo va a pagar sino ¿cuándo las piensan arreglar?
Unas líneas amarillas cuya razón de ser nadie se explica
Y sin irnos mucho más lejos, en la misma calle de Inca, la del Teatre, se pintaron unas líneas amarillas prohibiendo el aparcamiento en unos 15 metros lineales de la calle. Se pintaron desde la esquina con la calle del Bisbe Pere Cima hacia el emblemático edificio. Todo parece indicar que se colocaron para permitir que los grandes camiones de la empresa constructora tuvieran también fácil salida. Y allí siguen generando... ingresos.
