La fiesta del Carnaval ya está aquí, y no hay nada comparable con la posibilidad de ser quien uno quiera sin que el resto del mundo importe mucho durante unas horas. Y en eso los niños siempre son los primeros del calendario. Ayer, tradicional celebración del Dijous Llarder, miles de escolares se disfrazaron de sus mayores ídolos para regocijo de padres, maestros y cámaras de fotos. Se convirtieron en aquellos personajes de películas de acción, de ciencia ficción, de series o de los clásicos de toda la vida que un día soñaron ser. Todo valía con tal de suplantar al cowboy de gatillo fácil, al pirata de la pata de palo, al futbolista barcelonista o a los tradicionales héroes del cómic que llevan décadas sin perder fuelle entre quienes se atreven a emularles.

Todos los pueblos de la Part Forana montaron sus desfiles o concentraciones de minicarnaval; ya fueran a pie de calle o de colegio, desde los escenarios o desde la megafonía del patio escolar. Todo fue un muestrario de lo que se prepara para mañana y el domingo: es decir, la última oportunidad antes de entrar oficialmente en los 40 días de sacrificios varios que marca la Cuaresma y la posterior Semana Santa. Y es que la etimología del Llarder o Dijous Gras no deja lugar a las dudas: es el recuerdo de los últimos días de la carne y la opulencia. En algunos pueblos se aprovecha la oportunidad de lanzarse harina como se hacía antaño.

Entre Minions y personajes de Star Wars continuó la tarde, algo más fría y ventosa de lo habitual este invierno. Risas y diversión aseguradas en una jornada con pocas extraescolares y muchas pinturas de guerra en son de paz. Postales y recuerdos de horas de trabajo de padres y abuelas en la confección de las mejores galas, las que un año más hicieron del jueves un día de fiesta.

Con la colaboración de:

Jaume Mateu, Marta Rotger, Miquel Bosch, Biel Capó, Pep Córcoles, Bartomeu Font, Joan Pons, Lorenzo Gutiérrez, M.V.C., Joan Frau.