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Son Servera

El cuervo 'serverí'

A diferencia de en Mancor, el pájaro está disecado. Desde hace casi medio siglo, Miquel 'Calet' se encarga de la típica bajada

Morey muestra el cuervo que ya el pasado año tomó el relevo. Biel Capó

Miquel Morey, en Calet, es desde hace 47 años el encargado de que un cuervo, en este caso de buen agüero, haga llegar el pan o la coca a Sant Antoni, durante su visita a Sant Pau en pleno desierto y ante las maliciosas tentaciones del dimoni, según cuenta el relato bíblico y que cada año se representa el día de Sant Antoni, en Son Servera, que juntamente con Mancor, son los dos únicos pueblos mallorquines donde se realiza esta peculiar escenificación.

A diferencia de Mancor de la Vall, el cuervo en Son Servera es disecado y baja a entregar la coca a los dos santos, gracias a la pericia y los alambres que desde lo alto de un edificio de la plaza nueva, Miquel instala cada año para que el pájaro, portador de una coca llegue hasta la barraca de pino, situada en el otro extremo de la explanada, donde Sant Antoni ha visitado a Sant Pau.

Pero el cuervo, no siempre ha sido disecado, antiguamente se realizaba, según narra Morey, en sa Punteta con dos palos de madera pintados de negro que simulaban a la ave. Después pasaría a realizarse en la plaza nueva y justo es cuando se diseca un cuervo para la representación. El pájaro disecado aguantó hasta hace dos años, en que el animal disecado era prácticamente un alambre con unas pocas plumas.

Miquel Morey lleva años intentando conseguir un cuervo fallecido para seguir con la representación. Llegó a pensar que jamás lo conseguiría y ante esta posibilidad pensó en hacerse con una gaviota y teñir su plumaje de negro para aparentar un cuervo.

Pero hace ahora justo dos años, con la ayuda del Ayuntamiento, logró hacerse con un ejemplar fallecido en Natura Parc. Éste fue quien, el año pasado, tomó el relevo. Si en Mancor el animal siempre ha tenido nombre, Miquel asegura que él siempre lo ha llamado simplemente es corb.

Futuro garantizado

Después de casi medio siglo realizando esta interpretación, Morey tiene asegurado el relevo en su labor, en este caso en su familia, ya que el año pasado el encargado de hacer bajar el cuervo de los cielos fueron su hijo y su nieto. Con este último practica días antes en la finca familiar de Can Calet, para asegurarse que el día 17 de enero todo irá rodado y sin sorpresas. En sus 47 años, dice jamás ha tenido un percance, lo máximo ha sido tener que cambiar el día, por inclemencias meteorológicas. Reconoce que en sus inicios los nervios hacían presa de él antes de la representación, pero que ahora acude a ella con la tranquilidad que dan tantos años de experiencia.

La representación es la parte de la fiesta de Sant Antoni que aún permanece sin prácticamente alteraciones o cambios, solo el lugar o las personas que lo han realizado. También admite que la gran afluencia de público a les Beneïdes provoca que mucha gente se quede en la plaza de Sant Joan para tener un buen sitio y poder ver pasar animales y carrozas, propiciando que no toda vaya a la escenificación de la bajada del cuervo. Aún así la plaza nueva se llena de espectadores en el momento de la bajada del cuervo con la coca. Esto también provoca que él, una vez terminada la representación, prácticamente no tenga sito en la plaza San Joan para ver con tranquilidad las Beneïdes, pero no le importa, dice lo fundamental es la fiesta tradicional del pueblo y se muestra plenamente convencido de que ésta, desde que tiene uso de la razón, siempre ha sido multitudinaria en participación.

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