Un sueño hecho realidad: dar la vuelta a Mallorca a lomos de un caballo. Lo materializaron hace unos días ocho jinetes que empezaron su aventura en la localidad de es Capdellà (Calvià). En la isla, casi todos los fines de semana del año, las diferentes asociaciones de caballistas organizan excursiones por sus respectivas zonas. En una de ellas, se conocieron Joan Orell, de Ses Salines, y Xisco Tomás, de Llucmajor. Hablando entre ellos, coincidieron en materializar el mismo sueño: dar la vuelta a la isla en caballo. Con el tiempo, empezaron a buscar apoyos en los diferentes municipios con las asociaciones de equinos, especialmente en materia de orientación y recorridos a seguir durante la expedición.
No tardaron en sumarse el ahora ex alcalde de Andratx Llorenç Suau y otro jinete, Toni Agudo, que pertenecen a la Asociación de Caballistas y Carreteros. Al poco tiempo, ya contaban con ocho monturas: caballos españoles, trotones, árabes, hispanoárabes, mallorquines y menorquines. Salió el primer grupo desde es Capdellà hasta Sant Jordi, evitando atravesar Palma, donde esperaban el resto de caballistas. Luego, vendría la vuelta a la isla por la costa.
Lo más complicado del recorrido, según atestiguan los jinetes, fueron las bajas temperaturas registradas por la Serra de Tramuntana, sin olvidar el viento. Marga, de Sóller, guió a los jinetes por diferentes fincas para así poder completar es Camí de s'Arrom, pasando por l'Ofre y Massanella hasta Lluc. Sin duda, fue la etapa más larga. Hasta nueve horas de dura montaña, que culminó con un merecido descanso en las celdas del monasterio, ducha incluida. El grupo de jinetes contó con otras ayudas solidarias de la mano de Jaume Morey y Jaume 'Donosti', durante el recorrido por Valldemossa; Pedro Bernard, por Estellencs; Tolo Tugores, en Alcúdia; Xisca, en Son Serra de Marina; Maria y su marido en Son Macià, donde, además de ofrecer alojamiento a los aventureros, les cocinaron un arròs brut que quitaba el sentido. A ellos hay que sumar otros colaboradores que colaboraron con los jinetes. Pernoctaron algunos días en cobertizos, tiendas de campaña o casetas que los colaboradores fueron ofreciendo.
Una de las anécdotas más recordadas fue cuando se presentaron con sus sombreros, botas y gabardinas -al más puro estilo cowboy- en uno de los pueblos de su recorrido. Nada más verlos, los niños salieron corriendo asustados.
