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Historia

El año en que sa Pobla renunció a su playa

Hasta el mes de mayo de 1954, el término municipal 'pobler' se bañaba en las aguas de la Bahía de Alcúdia

"Muchos no se explican por qué la Albufera es de Alcúdia y no de sa Pobla, la villa más vinculada desde siempre a aquella tierra ubérrima. 'Tanmateix és com si fos poblera'", comenta el médico y escritor Joan Torres Gost en su libro 'La Saga de l'Aigua' (Ajuntament de sa Pobla 1977).

Esta ha sido y sigue siendo la pregunta a la que todavía muchos 'poblers' no han encontrado adecuada respuesta y sobre la que sigue existiendo bastante confusión, si bien la respuesta está más que documentada desde hace sesenta y una primaveras. Fue durante los días 17, 22 y 24 de mayo de 1954, cuando se llevaron a cabo sendas reuniones entre los ayuntamientos de Alcúdia, sa Pobla y Muro para fijar la demarcación geográfica de sus términos municipales en los terrenos de s'Albufera, con motivo de la elaboración del mapa topográfico nacional.

Como resultado del acuerdo firmado por los tres municipios y la fijación de los correspondientes mojones, el término municipal sa Pobla dejaba de bañarse en una franja marítima de la bahía de Alcúdia de algo más de dos kilómetros y perdía una considerable extensión de terreno de la Albufera en la que tantos esfuerzos habían vertido los 'poblers', primero trabajando en la titánica obra de desecación llevada a cabo por los ingleses entre los años 1863 y 1861, y después en el cultivo de sus fértiles tierras.

Consta en abundantes documentos y todavía sigue vivo en el recuerdo de los más viejos del lugar que la mano de obra para trabajar en las obras de desecación emprendidas por Batemann fue reclutada entre la gran masa de jornaleros de sa Pobla. También de sa Pobla surgieron los inquilinos, aparceros o compradores de las parcelas destinadas al cultivo agrícola. "Un hecho extraño y que parece irreversible y sin remedio es la pérdida del dominio de la Albufera y buena parte de la playa-arenal y ribera que nos correspondería por razones geográficas", reflexiona en su libro Torres Gost, y añade que todo obedece a aquel acuerdo tomado en mayo de 1954 entre los ayuntamientos de sa Pobla y Muro al querer fijar unos límites más regulares y adaptados a las necesidades de los dos municipios.

Reparto del territorio

El término de sa Pobla se amplió hasta el torrente de Muro y este municipio, en compensación, además de la parte que le tocaba como limítrofe, tomó la que por ley natural le correspondía a sa Pobla. Por su parte, Alcúdia, sin complicaciones, se había hecho suya la Albufera. "Sa Pobla, de escasa potencia económica para competir con municipios más antiguos y saneados, perdió la propiedad de la Albufera y su salida directa al mar". Según Torres Gost, el ayuntamiento 'pobler' "hizo mal negocio, no tuvo visión de futuro; en la actualidad toparía con insalvables obstáculos para recuperar su parte de albufera y restablecer la frontera con la playa. Si lo hubieran reclamado en el momento oportuno , tal vez hubieran podido constituir una playa común entre Santa Margalida, Muro y sa Pobla, además de Alcúdia. Hoy, con el pujante desarrollo turístico parece todavía más difícil negociar y poder acordar un ajuste entre los municipios vecinos".

El entonces alcalde de sa Pobla, Nofre Pons, que el 17 de mayo de 1954 había firmado su conformidad a la demarcación trazada sobre el mismo terreno, dejó de asistir a la reunión prevista para el día 22 de mayo porque su hijo había fallecido el pasado día 17. En sustitución del alcalde acudió el primer teniente de alcalde y alcalde accidental, Antonio Gost Serra 'Marro' por autorización del titular. En esta ocasión, con la ausencia justificada de los representantes de Muro, la comisión 'poblera' y el alcalde de Alcúdia José Tous Lliteras, después de recorrer un total de 19 mojones, firmaron como buena la demarcación, así como también lo hicieron el día 24 las comisiones de Alcúdia y Muro.

Así pues, entre el 22 y el 24 de mayo de 1954, el término municipal de sa Pobla dejaría oficialmente de bañarse en las aguas de la amplia bahía de Alcúdia, a la vez que perdía su dominio en unas tierras que durante siglos habían recibido los esforzados cuidados de unos hombres y mujeres que siempre las consideraron suyas.

Sobre el motivo del consentimiento o conformidad de los responsables del consistorio 'pobler' a la renuncia de sus terrenos y franja de litoral, hoy cabría hacerse una reflexión que, en buena parte, justificara aquella decisión. No podemos olvidar que la mentalidad payesa y de los terratenientes de aquella época de los años cincuenta, daba mucho más valor económico a las tierras de cultivo que a las que eran denominadas como marina, que carecían de valor alguno, hasta el punto que se dejaban como herencia al hijo bastardo.

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