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Comarcas

Los duros inicios del cultivo del arroz

Diversas adversidades motivaron una crisis en la explotación que al final terminó con la producción a gran nivel

Hoy la plaza de sa Pobla amanecerá convertida en un bello y fértil arrozal y durante todo el día exhibirá una detallada muestra del proceso de cultivo de tan preciado cereal que hace más de un siglo empezó a producirse en las tierras húmedas de la Gran Albufera y que desde hace un tiempo se cultiva y comercializa, de forma muy diferente, en las tierras de regadío de los términos de sa Pobla y Muro con notable éxito.

Con esta recreación sobre la plaza, el ayuntamiento 'pobler' quiere rendir tributo a tan ancestral cultivo, al tiempo que se propone optimizar, promocionar y potenciar el consumo de la especialidad 'bombita' autóctona de las 'marjals' 'pobleres'.

Con el arroz como protagonista de la presente Fira de Tardor (ya lo fue en el año 2010) bueno será conocer los orígenes e inicios de su cultivo, que precisamente no discurrieron por un camino de rosas, según se desprende de varios estudios que Damià Durán Jaume recoge en su libro Producció i crisi arrosera de sa Pobla i Muro (El Gall Editor, Pollença 2003).

Desecación de s'Albufera

La titánica obra de desecación de la Albufera, llevada a cabo por los ingleses entre 1863 y 1871 a través de la empresa New Majorca Land Company, cuya mayoría de acciones pertenecían a Joan Frederic Batemann y G. Hope, fue determinante para que en sus humedales se procediera al cultivo del arroz y otros como el 'morer', la cebolla o el maíz.

Finalizadas las obras de desecación, la promoción agrícola de s'Albufera se inició de forma rápida, pero Batemann no se planteó el cultivo de arroz, ni tampoco aprovechó las 2.196 hectáreas desecadas, dado que la progresiva salinización de las aguas lo impedía, a la vez que producía como efecto paralelo la compresión de la masa térrea, que bajó de nivel hasta 80 centímetros respeto a la cota primitiva. Este efecto favoreció la salinización y la consiguiente reducción de la zona de cultivo a 400 hectáreas, que la empresa dedicó al cultivo de cebada, algodón, remolacha, cáñamo, trigo y boniato. La escasa o nula rentabilidad de aquella explotación obligó a Batemann a abandonar la finca.

En un estudio publicado por Enric Cremades y Lluís Beneyto el año 1901, se hace constar que existían todas las compuertas necesarias y canales para el adecuado riego de las plantaciones de arroz y que eran de construcción muy sólida.

En 1900 era propietario de la finca Joaquín Gual de Torrella, quien, ya con toda la obra de ingeniería utilizable, pero también en peligro de deteriorarse, sugirió al ingeniero del Servicio Agronómico de Baleares, señor Trasorras, que estudiara en la parcela de es Colombar la fertilidad de la finca para el cultivo de arroz. Realizadas las pruebas agrotécnicas, el rendimiento estimado fue de 1.050 kilos de arroz por cuartón. Tan excelentes resultados movilizaron en 1901 un proyecto de explotación arrocera a gran escala.

Las aguas para el riego podían captarse de los acuíferos de s'Amarador, font de Sant Joan y de las 'marjals' próximas. El caudal de 135.924 metros cúbicos de agua dulce, utilizado en la cantidad necesaria, unido a la fertilidad de los terrenos, producía 7.200 quilos de arroz por hectárea, rendimiento que superaba las cifras medias de la producción de Valencia y el Delta del Ebro.

La llegada de los valencianos

Los espléndidos resultados de la experiencia se extendieron a otros sectores de s'Albufera. Las zonas que alcanzaban mil hectáreas, descontando caminos y canales, se consideraron como recomendables para la explotación.

La empresa Agrícola Industrial Balear, S.A., con capital valenciano, no solamente se sumó al proyecto agronómico, arrendando la finca, sino que también lo materializó. Así resultó que de la experiencia de las primeras 100 hectáreas sembradas en es Colombar en 1900, en cinco años surgió una realidad muy significativa, ya que la ocupación de los arrozales se extendió por es Colombar, es Cibollar y otras parcelas de s'Albufera.

Aquella floreciente explotación, iniciada en 1901, padeció en 1906 grandes inundaciones que destrozaron toda la cosecha. La catrástofe metereológica, unida a la escasa demanda de arroz, aconsejó a los empresarios el abandono de la finca en 1908, recobrando de nuevo el control directo de las tierras su propietario Joaquín Gual de Torrella.

Las primeras plantaciones se experimentaron con la variedad bomba, que ofreció unos excelentes resultados, mientras la variedad monquilí comenzó con unos rendimientos superiores.

Cabe destacar la dureza y sacrificio que tenían que soportar los trabajadores, jornaleros de sol a sol, para llevar a término las labores que requerían las rudimentarias técnicas agrarias de cultivo necesarias.

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