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Moción de censura en Manacor

El Convent pierde la serenidad

Aplausos, insultos, gritos de "fora corruptes de s'Ajuntament" y sonadas ausencias como la de Antoni Pastor. Así vivió Manacor su jornada política más tensa

El alcalde saliente, Miquel Oliver, al salir al Carrer del Convent tras la moción de censura.

El Carrer del Convent de Manacor no hizo ayer honor a lo que representa su nombre. No fue un oasis de paz y serenidad conventual. Sí fue, en cambio, el reflejo de un escenario de tensión que deja dos bandos políticos irreconciliables -a izquierda y a derecha- para lo mucho que queda de la legislatura. Así lo dejaron en evidencia los decibelios de los insultos y la intensidad de los aplausos.

Los partidarios del alcalde saliente, Miquel Oliver (Més-Esquerra), fueron, sin duda, los más ruidosos. Lo aclamaron cuando llegó al Ayuntamiento y, sobre todo, cuando salió a la calle después de que se consumara la moción de censura. Al salir, se fundió en abrazos que tenían algo de pésame en un velatorio. En este trance, le acompañaron miembros de su partido como Antoni Verger, Rafel Sedano o Margalida Capellà.

Atronador fue también el recibimiento con que se encontraron en el exterior, al acabar el pleno, los componentes del nuevo equipo de gobierno encabezados por el alcalde Pedro Rosselló (PP). Pero, en este caso, los abucheos ganaron a los aplausos. "Fora corruptes de s'Ajuntament", clamaban rítimicamente decenas de personas, mientras Rosselló y la que será su sucesora dentro de 23 meses, Catalina Riera (El Pi), ex del PP, salían de la puerta del Consistorio intentando mirar -con cara de póker- para otro lado y centrarse en las muestras de afecto de sus seguidores.

En ese grupo de seguidores, hubo muchos nombres conocidos del PP. Allí estuvieron José María Rodríguez, Álvaro Gijón, Rogelio Araujo, Jaume Porsell, Rafel Torres, Miquel Vidal y Núria Riera, entre otros. Todos ellos esperaron en la calle durante 64 minutos a que acabara el pleno, porque el salón de sesiones estaba a rebosar desde media hora antes y no hubo ningún tipo de tratamiento VIP. El aforo está completo, dijeron los agentes que custodiaban la entrada a Vidal y a Riera, que hicieron un intento de incursión y que se resignaron a seguir el pleno desde la calle. Como la comitiva de El Pi, con su diputado Josep Melià a la cabeza. También estuvieron Joan Carles Verd, Salvador Femenias, Antoni Salas y Katia Rouarch. El que no estuvo, y su ausencia se hizo notar, fue el exalcalde de Manacor Antoni Pastor, diputado del Parlament por El Pi y hasta hace unos meses jefe político de los regidores que ahora formarán gobierno municipal. A pocos metros, ajenos a la pasarela política, un grupo de personas mayores comentaban la jugada, mirando hacia la fachada del Ayuntamiento y escuchando e interpretando los aplausos que de tanto en cuando salían del interior del edificio.

"Però si és que ja començaren malament. Amb la minoria que tenien, ja sabien que els passaria això qualsevol dia", decía un señor con los brazos entrecruzados. Un segundo asentía y un tercero agregaba: "Ells confiaven que el PP i El Pi s'insultarien, però amb la comandera que tenen aquests..." La conversación seguía entonces por caminos más cotidianos -los hijos, la siembra de la patata o el funcionamiento de la secadora-, hasta que su atención se volvía a detener en el balcón de la fachada del Ayuntamiento. "Haurà de sortir algú al balcó?", preguntaba uno. "Se me'n fot!", respondía otro, ya cansado de esperar a que se produjera la fumata blanca (o negra, según el lado político del que se mire) de la moción.

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