El calendario ferial del otoño malloquín ya no puede obviar la repercusión social de un evento comercial que nació hace ya once años y desde entonces no ha hecho más que crecer. Se trata de la Fira Dolça de Esporles, que este año ha alcanzado ya la XI edición con más salud que nunca y el convencimiento de que la oferta gastronómica es el mejor reclamo para el público. Y más si el producto estrella endulza los paladares.

Evidentemente, la repostería en todas sus formas y sabores es la gran protagonista de la feria de Esporles, pero el evento va mucho más allá y ofrece atractivos para todos los públicos. Tal vez por ello el pueblo queda totalmente colapsado por la gente llegada de todos los puntos de Mallorca. Los monumentales atascos en los principales accesos a la localidad dan buena fe de ello.

Una de las principales novedades de la edición de este año fue la habilitación de un espacio dedicado a los productores de cerveza artesanal en la Placeta dels Balladors y el protagonismo otorgado a la artesanía de la Serra de Tramuntana de la que Esporles es uno de los principales portales de entrada.

Uno de los ejes principales de la Fira Dolça se ubica en la calle Ramón Llull, donde se instalan numerosos puestos de artesanía, repostería mallorquina, dulces, plantas y flores y un sinfín más de productos que llaman la atención del público. Los más pequeños disfrutaron con los distintos talleres infantiles para elaborar todo tipo de golosinas.

Además de todo ello, los visitantes pudieron ver diferentes exposiciones de jóvenes artistas, muestras de motos y coches antiguos y una 'trobada de brodadores i randeres', entre otras actividades lúdicas.