La retransmisión en directo de la canonización de Juníper Serra del miércoles mantuvo a Petra en vilo. Al menos a los más de 300 vecinos que decidieron seguirla desde la parroquia de Sant Pere. La devoción al franciscano, todavía presente, se palpó en el momento en que el papa Francisco terminó con la fórmula latina para inscribirle en el libro de los santos católicos. Fue cuando todo el mundo se puso en pie cuando se hizo el silencio; tan nítido y uniforme que se pudieron escuchar las lágrimas y hasta algún sollozo de emoción contenida por la espera.

Alguno petrers, sin embargo, decidieron ver y vivir el acontecimiento histórico desde sus casas. Muchos escogieron la señal vaticana visible desde diferentes páginas web, entre las que se encontraba la del colectivo local serramamerra.org. Además, desde las páginas de otras parroquias como la vecina parroquiadeporreres.com también se pudo acercar la efeméride a otros pueblos cercanos.

Una vez que la canonización ya fue un hecho consumado, sobre la medianoche, muchos de los presentes decidieron marchar. No sin antes esperar a ver si el Papa pronunciaba el nombre de Petra en algún momento de la homilía, cosa que finalmente no ocurrió, aunque sí lo hiciera antes su postulador. Otro momento especialmente solemne fue el de la comunión, cuando los responsables de la parroquia bajaron el sonido de la retransmisión y, de nuevo en pie, todos los que quedaban en el templo cantaron el himno a Juníper compuesto por Miquel Ramis, con la estrofa referente a su santificación ya cambiada.

Instantes emotivos que se iniciaron, hay que recordarlo, con el encendido de un cirio expresamente decorado para el acto, a cargo de Bel Rosselló, la hasta ahora cuidadora del museo y una de las vecinas que viajó hasta Roma para la beatificación de Serra en 1988.