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Historia

El viaje final del vapor 'Villa de Sóller'

El buque surcó durante años el Mediterráneo transportando mercancías hasta sufrir un trágico desenlace: fue alcanzado por un torpedo que lanzó un submarino alemán en la Primera Guerra Mundial

Tras años de surcar las aguas del Mediterráneo con su tráfico marítimo de mercancías, la vida del buque Villa de Sóller tocó a su fin tras impactarle un torpedo lanzado desde un submarino alemán. Este fue el trágico final del vapor que estrenó la Marítima Sollerense con el que se llevó la vida de una veintena de sus tripulantes.

En 1903, se constituyó la empresa Marítima Sollerense con un capital de 500.000 pesetas. Poco después de formalizarse, la naviera acudió a la constructora Howaldswerke, de Kiel (Alemania), para que le construyera un vapor en un plazo máximo de cuatro meses. El 4 de septiembre de aquel mismo año fue botado un barco de 49 metros de eslora por 7 de manga equipado con una máquina de 450 caballos de potencia que le proporcionaban dos calderas de vapor, que le permitían alcanzar una velocidad de 12 millas.

El vapor fue bautizado con el nombre de Villa de Sóller. Desplazaba 443 toneladas de peso. El barco se incorporó a la línea que semanalmente cruzaba el Mediterráneo para abastecer de naranjas de Sóller los puertos de Sette y Marsella. La embarcación se unió a otras que cubrían esta misma ruta en una época en la que la exportación de cítricos del valle comenzaba su decadencia.

El buque arbolaba aparejo de guairo. Estaba dotado de una suntuosa cámara de primera clase emplazada en la popa con salón y cinco camarotes de cuatro literas cada uno. La cámara de segunda estaba situada en la proa y tenía capacidad para 40 pasajeros. Su llegada a Palma se produjo el 7 de diciembre de aquel año y, al día siguiente, arribó por primera vez al puerto de Sóller bajo las órdenes del capitán Antonio Mayol.

El párroco de Sóller Sebastià Maimó se encargó de bendecirlo y el 22 de diciembre de 1903 inició su singladura poniendo rumbo hacia Barcelona y Sette con mercancías y pasajeros. Durante años, prestó sus servicios a cuenta de la Marítima Sollerense.

En 1912, cubrió temporalmente la línea entre Ciutadella y Alcúdia a cuenta de La Marítima de Mahón hasta que fue adquirido por la naviera catalana Hijos de José Troyá durante los años de la Primera Guerra Mundial, lo que supuso el final de la empresa Marítima Sollerense. El conflicto bélico acabó con la exportación de naranjas y con ello sucumbió la naviera que se encargaba de hacerlas llegar a la península y el sur de Francia.

El final del Villa de Sóller se produjo el 15 de mayo de 1918 cuando fue torpedeado y hundido por un submarino alemán en las proximidades de la ciudad de Villefranche, cuando cubría la ruta entre Génova y Barcelona con un cargamento de cáñamo y azufre. El torpedo dio de lleno contra la sala de máquinas y en solo cuatro minutos se hundió por completo tras levantarse su proa. Según el relato recogido por algunos historiadores como recoge la revista digital Vida Marítima, el submarino tomó prisioneros al capitán, Pedro Revuelta, y a un marinero, Francisco Redondo.

Durante algunos días, existió mucha confusión sobre el "secuestro" e incluso se dijo que los prisioneros habían sido puestos en libertad. Pero, finalmente, se supo que el submarino se había ido a pique con Revuelta a bordo.

Las circunstancias que rodearon la pérdida de este buque y de estas vidas proporcionan una de las más ricas anécdotas de entre las sucedidas a lo largo de este conflicto. Con el secuestro de los dos tripulantes, los restantes supervivientes quedaron a merced del mar en una barcaza salvavidas hasta que al día siguiente fueron rescatados por el velero italiano Constanza F. que los dejó en la localidad de Saint Tropez. Algunos llegaron a tierra muy malheridos.

El principal testimonio de lo que sucedió es Francisco Redondo, segundo de a bordo del Villa de Sóller y superviviente de dos naufragios.

Según su testimonio, la nave regresaba de Génova con 18 hombres a bordo (veinte en realidad) y tenía como destino Barcelona cuando fue atacada por un submarino alemán, el UC 35, que sin previo aviso le lanzó un torpedo y lo echó a pique en tres minutos. Hubo hasta 12 muertos, de los que solo se conocen los nombres del mayordomo Francisco Pellicer y del camarero Roberto Morill. Tanto el capitán Pedro Revuelta Mustienes como Francisco Redondo fueron recogidos y retenidos a bordo del sumergible.

El capitán alemán se ofreció a remolcar al resto de náufragos, que iban sobre una balsa, pero Revuelta vio que la intención del alemán era sumergirse, tal vez para hundir a los españoles, y advirtió a sus hombres de que no amarraran la balsa. Tan solo 24 horas después el submarino fue hundido cuando se disponía a atacar un patrullero francés. De esta tragedia, sólo se salvaron Francisco Redondo, otro prisionero y cinco alemanes.

El Villa de Sóller llevaba una carga de cáñamo y azufre a España, por lo que se consideraba que estaba prestando servicio para el gobierno italiano y por ello el capitán Revuelta recibió póstumamente la Medalla de Plata del Valor Naval italiana.

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