Un año más, y ya van 160, Sóller rememoró su gesta histórica acaecida tal día como ayer, un 11 de mayo de 1561, por el que las tropas sarracenas que intentaron saquear el valle fueron vencidas por los soldados isleños dirigidos por el capità Angelats. Sóller fue fiel a su historia y a las leyendas que envuelven el Firó en una fiesta que reunió a miles de personas entre participantes y público. La de este año vino marcada por la aplicación del plan de autoprotección, por el que sólo pudieron participar aquellas personas que llevaban consigo la pulsera oficial. Otro aspecto remarcable fue la delimitación de espacios para separar el público de los participantes de las batallas.

La jornada comenzó a primera hora con la tradicional misa de Can Tamany, lugar donde la leyenda sitúa uno de los capítulos del Firó en el que las hermanas Casasnovas (las Valentes Dones) combatieron a unos moros con la tranca de la puerta. Posteriormente, se llevó a cabo la ofrenda floral en el monumento erigido al 11 de mayo de 1561.

El segundo acto del Firó fue ya por la tarde cuando las tropas payesas se concentraron en la plaza de la Constitución a las 15:30 horas. El personaje del capità Angelats, encarnado por Bernat Reynés, se asomó al balcón del ayuntamiento para informar del desembarco moro. Fue la arenga que pronunció a las tropas payesas que finalizó con el ya tradicional grito de "A la lluita sollerics!" para animarlas a luchar y defender el territorio solleric. Mientras tanto, las tropas turcas se adentraban en el valle desde la zona de ses Puntes donde habían fondeado sus embarcaciones.No fue hasta las 17 horas de la tarde cuando ocurrió lo esperado.

Soldados de ambos bandos lucharon a muerte en la playa de Can Generós en el primer combate que se rememoró ayer y en el que los moros fueron implacables con las tropas locales.

El episodio se repitió en el litoral de la playa de Can Repic, donde un segundo combate se saldó con igual resultado.

Contienda 'encarnizada'

Tras la derrota de las tropas de Sóller ante un enemigo despiadado, moros y payeses se enzarzaron en una nueva batalla. En esta ocasión, el lugar fue el pont den Barona, ya en Sóller, donde quedó patente la superioridad de las fuerzas encabezadas por Otxi Alí.

Por entonces, según dice la leyenda, el capità Angelats ya había pedido refuerzos a los municipios de Bunyola, Alaró y Santa Maria para aplacar a un enemigo envalentonado que se dirigía a saquear el centro de la ciudad. Efectivamente, al anochecer, las tropas moras irrumpieron en la plaza de Sóller donde saquearon todas las casas y la iglesia parroquial. Posteriormente, un enfrentamiento entre sarracenos y payeses cambió el ritmo de la contienda. Los apoyos llegados desde fuera que se sumaron a las tropas payesas aplacaron a los moros que admitieron su derrota desde el balcón consistorial. Fue entonces cuando se produjo el momento más álgido del Firó, que concluyó con el canto de la Balanguera. A los gritos de "Molt bé, sollerics, molt bé!", que encabezaron el discurso del victorioso capità Angelats, el éxtasis de la fiesta llegó a su momento álgido. Tal y como obliga la tradición, el jefe de los payeses confirmó que la batalla había concluido aplastando al enemigo.

La explosión de la pólvora de trabucos y cañones, los disparos de escopeta y los petardos hicieron vibrar una plaza abarrotada de público que celebró así el final de tres días consecutivos de fiestas. El traslado en procesión de la Mare de Déu de la Victòria desde la parroquia de Sant Bartomeu hasta la capilla del Hospital fue el momento más solemne de la representación histórica del Firó.

Según los datos históricos, en las batallas que se revivieron ayer murieron 211 turcos y media docena de soldados sollerics, sin contar una gran cantidad de heridos en los dos bandos muchos de los cuales murieron en los días posteriores por la gravedad de sus heridas. Los documentos escritos dicen que se capturó un solo prisionero, que vagaba por la zona de s'Illeta, mientras que los moros se llevaron a un fornalutxenc, Joan Arbona, que estaba de guardia en la atalaya del Coll de s'Illa. Al parecer era cojo.

Lo que ayer se celebró en Sóller no fue más que un recordatorio de los episodios de piratería que se practicaban en el Mediterráneo en el siglo XVI. Piratería y corsarismo eran unas prácticas navales militares muy habituales en aquella época, fomentadas y parcialmente financiadas por las instituciones de aquel momento.

Los corsarios no eran más que navieros particulares que armaban un barco y salían en busca de un botín. Previa autorización del rey o de su representante, los corsarios se dedicaban a atacar las costas de los reinos enemigos y capturar cualquier barco, persona, ropa, dinero o mercancía que se les ponía por delante.

3.000 participantes

En las batallas entre moros y cristianos de ayer participaron unas 3.000 personas, entre payeses, payesas y moros, de acuerdo con el número de pulseras que se distribuyeron en las semanas previas al Firó.

Sólo unas 400 fueron adquiridas por participantes que no forman parte de los colectivos que organizan la fiesta. A los participantes se le sumó un número indeterminado de espectadores.

La pulsera era el distintivo que se necesitó ayer para participar en las zonas acordonadas expresamente para las batallas. En la edición de ayer se pusieron en marcha diversas medidas de seguridad, enmarcadas en el plan de autoprotección del Firó, con el fin de darle mayor seguridad y vistosidad a la fiesta.