Corría el año 1923 cuando Gabriel Llabrés y Rafael Isasi emprendieron la primera campaña de excavación oficial en la ciudad romana de Pol·lentia. Una campaña que pudo llevarse a cabo gracias a una ayuda otorgada por el ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes.

La subvención había sido en principio destinada a la Societat Arqueológica Lul·liana, en concreto, para investigar un yacimiento talaiótico. Sin embargo, uno de los requerimientos era que el director de las excavaciones fuera miembro de la Academia de Bellas artes de San Fernando o de la Academia de la Historia, una cláusula que la sociedad local no cumplía.

Por esa razón, la subvención fue finalmente destinada a Gabriel Llabrés y Rafael Isasi, ambos miembros de dichas instituciones. Por último, debido a que las expectativas de hallar esculturas y restos monumentales resultaban significativamente mayores en Pol·lentia, la ciudad romana terminó arrebatando aquel puesto al yacimiento talaiótico. Pol·lentia era un pozo abierto de conocimiento.

En el año 1936 el azote de la Guerra Civil generó que el dinero no llegase a cobrarse y que las excavaciones fueran detenidas hasta casi diez años después.

No obstante, la colaboración del Estado marcó desde el principio el futuro de las piezas y los hallazgos de la ciudad romana. En ese sentido, los documentos más antiguos que pueden consultarse hoy en día marcaban la obligación de los directores de la excavación de enviar a Madrid todas las piezas extraídas de los restos de la ciudad.

Aunque Llabrés no se opuso a la peregrinación de las piezas, prensa, políticos y humanistas mallorquines de la época no dudaron en hacerlo. La polémica incipiente resultó en una serie de epístolas enviadas por parte de la Societat Arqueológica Lul·liana, la alcaldía de Palma y Fomento de Turismo, en las que se solicitaba que los materiales de Pol·lentia permanecieran en la isla. La presión mediática dio finalmente sus resultados, pues aquella ley inicial fue derogada, pero con nuevas cláusulas que continuaban sin otorgar total libertad a los mallorquines. Así, los directores de la excavación debían enviar periódicamente un listado de los hallazgos, entre los cuales, el director del Museo Arqueológico de Madrid (MAN) tenía potestad para seleccionar "aquellos que no tengan representación en las colecciones, o completen las series que se conservan" a fin de que fueran enviadas a la capital.

Las piezas

Ese debió ser el caso de tres piezas de bronce que se exhiben hoy en un lugar privilegiado del museo madrileño. La primera de ellas es una cabeza de caballo perteneciente a una estatua ecuestre, hallada en 1927. Un estandarte de un colegio local de jóvenes, considerado una pieza única en España, ocupa el segundo lugar. Fue hallado en 1926 y fechado por los historiados entre finales del siglo II y principios del siglo III. La tercera y última de las piezas es una pequeña escultura de un atleta, datada en el siglo I. Esta última se exhibe junto a otro atleta de mayor tamaño hallado en Santanyí.

Joana Maria Palou, directora del museo monográfico de Pol·lentia, remarca que las piezas son de titularidad estatal y que, por lo tanto, podrían estar expuestas en cualquier museo del Estado, entre ellos, el de Pol·lentia, localizado en Alcúdia. Asegura que a lo largo de los últimos cuarenta años el retorno de las piezas ha sido solicitado en diversas ocasiones. Sin éxito.