Pedro Navaja se desangra en una calle del barrio viejo de México DF mientras la noche calla el estruendo. Engañado, acaba admitiendo el destino anunciado unos años antes en la canción de Rubén Blades. Al otro lado de la pantalla, en la platea, un grupo de jóvenes pasa las últimas horas de la tarde de domingo en Manacor. Es 7 de abril de 1985 y esta es la última sesión de cine comercial que se proyecta en la Sala Imperial. De eso hace ya 30 años.

El 2 de diciembre de 1952, Guillem Grimalt da a conocer el nombre con el que bautizará al nuevo cine que acaba de habilitar en un viejo casal de la calle Rector Caldentey, en el centro de la ciudad. Hace unas semanas que ha pedido que sean los vecinos quienes propongan cómo se va a llamar. 396 deseos de los que 25 coinciden: Sala Imperial.

La obra, de más de tres millones de pesetas, 713 metros cuadrados y 900 butacas totales repartidas entre platea y primer piso, llega a concentrar a 40 albañiles durante semanas, para lograr terminar a tiempo las águilas en yeso del techo o los frescos decorativos del resto del espacio.

Según explica la prensa de la época y el profuso estudio Teatres i Cinemes de Manacor, de Dolors Domínguez y Margalida Febrer, el 30 de septiembre de 1953, después de la pertinente bendición y el pase del NO-DO del día anterior, Gary Cooper y Mari Aldon abren el fuego con un programa doble compuesto por la épica Tambores Lejanos y Horas de ensueño, una divertida comedia musical con David Niven. La recaudación inaugural se destina a las parroquias de Els Dolors, Crist Rei y a los pobres de la localidad.

De Manolo Escobar al bingo

La Sala Imperial siempre fue un espacio abierto a iniciativas ciudadanas o privadas, desde los cineclubs Aries y Perlas, hasta conciertos, representaciones teatrales (Xesc Forteza estrenaba allí tradicionalmente) o mítines políticos. La coincidencia quiso, por ejemplo, que a principios de 1981 la sala acogiera dos conciertos completamente dispares: la noche de Reyes, Manolo Escobar abarrota tarde y noche. Por 700 pesetas, el espectáculo incluye las actuaciones de Imperio de Triana, el humorista Tony Antonio y el dúo Voces de América. Cinco semanas después la compañía local estrena Gimnèsies i Pitiüses, de Guillem d´Efak, con música de Antoni Parera Fons.

El 13 de diciembre de 1985, el ayuntamiento de Manacor concede la licencia de apertura para que la Sala Imperial se reconvierta en bingo. Quince días más tarde abre sus puertas con 350 socios, 238 personas de capacidad y 18 empleados. En 2012 echa el cierre.