­­Este pobler nació en el año 1937, cuando el país olía a pólvora quemada, en el seno de una acomodada familia de agricultores. Además de moverse con profesionalidad entre las boticas y reboticas que ha gestionado junto a su esposa, la también farmacéutica Francisca Armengol, hurgaba en lo más profundo de nuestra cultura popular, en serio peligro de extinción. Entre sus iniciativas cabe destacar la implantación de la fiesta santantoniana de sa Pobla en el distrito barcelonés de Gràcia, la convocatoria de la ´Trobada de Xeremiers a sa Pobla´, la incorporación a las fiestas de su localidad natal de los Dimonis d´Albopas, correfocs, dracs, además de rescatar elementos y costumbres de las tradiciones más ancestrales. Hoy centramos nuestra conversación en la ´XX Trobada de Xeremiers i Fira de Lutiers´ que este fin de semana animará las calles y plazas de sa Pobla.

-Veinte años de trobades de xeremiers a sa Pobla, ¿se lo imaginaba cuando convocó la primera aquel noviembre de 1994?

-La verdad es que no. Tanto es así que en el cartel anunciador de la misma no me atreví a inscribir "primera" trobada por si acaso no se celebraba la segunda.

-¿Cuántos xeremiers sonaron aquel día?

-Yo conté unos veintiocho y lo consideré un éxito.

-¿Y cuántos suenan actualmente?

­-Basta decirle que de medio centenar de xeremiers entonces reconocidos en Mallorca, actualmente hay censados 505 y no existe pueblo o pedanía ni barriada de Palma que no tenga como mínimo una colla.

-Un auténtico fenómeno de recuperación de un pedazo de nuestra cultura popular que estaba en peligro de extinción.

-Me di cuenta de ello presenciando una trobada de xeremiers en Petra y observé que todos los que participaban eran personas mayores. No había ningún joven, cosa que me hizo reflexionar sobre que aquello, tan nuestro, se estaba perdiendo.

-¿Sería que los xeremiers con oficio no se preocupaban de enseñar o motivar a la juventud para que perpetuaran un tradición tan arraigada?

-Hacían todo lo contrario, aquellos hombres estaban muy celosos de sus conocimientos para hacer sonar sus instrumentos y eran reacios a enseñarlos a las generaciones jóvenes, casi diría que se negaban.

-¿Qué hizo para que esta mentalidad cambiara?

-Costó bastante, pues sucede que de las notas musicales que emiten las xeremies no existen partituras, se aprenden de oídas. En la primera trobada de sa Pobla, conseguí que cada uno de los participantes registrara una sonada en una cassette, en cuya grabación participaron Antoni Caimari y Antoni Gost, de la Fundación ACA. Los músicos interpretaban frente a un micro sobre el palco de la plaza y ellos, con una mesa de mezclas, lo registraban en la cinta. Luego procedimos a limpiar técnicamente aquella grabación rudimentaria y la pasamos a disco compacto. Así pudimos facilitar a la gente interesada aquellas piezas para que pudieran practicar algo que deseaban hacer. Años más tarde, en la décimocuarta trobada realizamos, sin ningún problema, una grabación profesional de un segundo CD para comparar la evolución experimentada en un periodo de tiempo de catorce años y, al mismo tiempo, fue una herramienta más de divulgación.

-Estamos solamente hablando de xeremiers en masculino. Actualmente se ven bastantes mujeres manejando perfectamente el instrumento.

-Tampoco tuvieron fácil las mujeres acceder a esta actividad. Recuerdo que cuando las hermanas Antonia y Catalina Garí, de ses Salines, se decidieron a tocar las xeremies, haciendo pareja con un hombre, tuvieron que soportar muchas críticas y algunos insultos de mal gusto. Afortunadamente, hoy podemos decir que el 30% de los 505 xeremiers censados en la isla son mujeres.

-¿Y se fueron incorporando a las trobades otras gaitas y gaiteros de allende nuestras fronteras, de distintos puntos de la península y del continente europeo?

­-Sí, en sa Pobla tenemos el honor de haber contado con la presencia de excelentes y virtuosos gaiteros, musicólogos y profesores de gran prestigio, tanto españoles como de otros países; Malta, Occitania, Suiza, Sicilia y tantos otros, cuyos nombres y procedencia figuran en el programa de la trobada de este año. Y todos, al igual de los isleño, han participado desinteresadamente.

-Las xeremies mallorquinas, también han esparcido sus melodías fuera de nuestras fronteras.

-Efectivamente. A través de intercambios hemos visitado e intervenido en diversos puntos de España, especialmente Catalunya y València, en todas las Illes Balears, en Colonia (Alemania), Sicilia, Lípari... y ha resultado una grata experiencia.

-No podemos olvidar que la trobada viene acompañada de la Fira de Lutiers

-Fue incorporada paulatinamente y actualmente cuenta con catorce constructores de diversos instrumentos musicales populares mallorquines, que nada tienen que envidiar con los mejores profesionales de su oficio.

-Pasados veinte años de emprender aquella incierta iniciativa, ¿con qué se queda?

-Me quedo con este medio millar de xeremiers censados en Mallorca y con haber ampliado la trobada con un concierto que se celebra el sábado previo a la misma, en la iglesia parroquial, que cuenta con la intervención de destacados gaiteros de distinta procedencia, para que la gente pueda disfrutar del placer que ofrecen los diversos sones de un instrumento tan internacional y sugestivo.

-¿Con alguna decepción se habrá topado en este largo camino?

-Algunas sí, pero han sido superadas por muchas alegrías. Si se refiere a ayudas o colaboraciones, cuento y agradezco con el apoyo del Ayuntamiento de sa Pobla, mientras lamento que la institución que tiene las competencias de velar por nuestra cultura popular -me refiero al Consell de Mallorca- se desentienda de manifestaciones como la que nos ocupa, entre otras.