El vertedero ilegal situado en el camino de Sa Clota de Felanitx continúa presentando un aspecto deplorable, casi un año después de que una ciudadana de nacionalidad alemana, residente en el municipio, denunciara por primera vez la falta de control, seguridad y permisos en la acumulación de residuos sin clasificar en Sa Clota y Son Colom. Tras una serie de denuncias cruzadas, el caso ya está en manos de los juzgados de instrucción de Manacor.

Cuando paseaba por la zona, en diciembre del pasado año, la vecina afectada contempló alarmada como una empresa de transporte de residuos encargada de distintos puntos verdes de la comarca, vertía plásticos, escombros de obra, hamacas o botes de pintura sin ningún tipo de clasificación, para evitar pagar a MAC Insular por su manipulación. Así que decidió presentar una denuncia ante el agente de Medio Ambiente de la Policía Local, quien inició el expediente reglamentario.

El 31 de marzo, a la vista de la falta de actuación ni de la Conselleria ni de la Policía, la mujer denunció al agente ante Fiscalía "por no haber hecho bien su trabajo". Paralelamente MAC Insular investigó los hechos e interpuso otra denuncia contra la empresa responsable de los vertidos.

El 24 de mayo, transcurrido el mes y medio de plazo estipulado tras el primer expediente, el agente Biel Morey decidió realizar una inspección ocular a la zona y comprobó que los escombros seguían acumulándose, con lo que volvió a presentar documentación desfavorable, esta vez también ante la Justicia.

Reparto de responsabilidades

A finales del mes de julio la afectada registró dos denuncias más criticando que a la empresa solo se le impusieran multas simbólicas, sin atajar el problema. Mientras, el alcalde de Felanitx, Biel Tauler (PP), descarga las responsabilidades tanto en el Consell como en el Seprona, de los que dice que conocen la situación.

De momento "aunque han quitado ya algo de lo que se había acumulado", según apunta Morey (que ayer acudió de nuevo a los terrenos), el panorama de la cantera sigue siendo irritante, ya que se encuentra el suelo rústico, con la consiguiente contaminación de aire y la previsible afectación de los acuíferos subterráneos, lo que supone un riesgo para el sistema natural y la salud de los vecinos de la zona.