Las calles del pueblo de Mancor se vistieron de fiesta en la mañana de Sant Joan para celebrar el día de su patrón. A las 12,30 la plaza del ayuntamiento se convirtió en escenario de una batalla sucedida hace miles de años, la conquista de la alquería de Mancor por parte de los sarracenos. Sin embargo, esta vez no fueron los adultos de la localidad los que la recrearon armados con petardos como estamos acostumbrados a ver en las clásicas fiestas de moros y cristianos, sino que el acto fue representado por los más pequeños de la zona. Los niños implicados suelen tener entre 9 y 11 años, pero este año incluso dos novicios de ocho años han decidido unirse a la exhibición por primera vez. Así, el espectáculo une a jóvenes y no tan jóvenes, entendidos e inexpertos.

La batalla está formada por diez caballeros, divididos entre los dos bandos enfrentados. Éstos, montados en maquetas de caballos de plástico que llevan colgadas de los hombros, van armados con pequeñas varitas de madera de las que cuelgan cintas de colores. Ambos bandos salen desde el casal Ca´s Miet y suben desfilando por las calles del pueblo hasta la plaza del ayuntamiento, balanceando con fuerza las maquetas de forma que el movimiento se asemeje al trote del animal.

Tras ellos avanza una banda de xeremiers que contribuyen a la pintoresca escena con la música de sus instrumentos tradicionales. Entre los xeremiers caminan los caballeros acompañantes, muchachos más jóvenes que aún no pueden formar parte de la batalla, pero que no por ello quedan excluidos de la fiesta.

Desafío

Al llegar a la plaza del ayuntamiento, el bando árabe se coloca a la derecha de la plaza observando fijamente a sus adversarios, los cristianos, colocados a la izquierda. El sonido de las xeremies es la señal que indica el comienzo de la batalla convertida en danza. Las varitas de madera que llevan los niños cumplen las funciones de espadas, de modo que al encontrarse en el centro de la plaza con sus adversarios éstas chocan simulando una fiera escaramuza.

Durante la danza son los chicos más mayores y experimentados los responsables de dar señales a los más pequeños. Mientras tanto, padres y vecinos se agolpan para fotografiar cómo los más jóvenes toman partido tan activamente en las fiestas de su pueblo.

El evento fue organizado por Mª del Mar Bonet, presidenta de la asociación Arrels de la Vall, cuyo cometido es mantener vivas las tradiciones del pueblo a través del apoyo de todos sus habitantes. Este año ha sido ella la encargada tanto de dirigir los ensayos de los niños como de preparar el espectáculo. No obstante, la fundación nació en 2003 de la mano de Antoni Serra, el responsable de que el espectáculo de los caballitos que tuvo lugar ayer se vaya convirtiendo poco a poco en una de las tradiciones de las fiestas de Sant Joan. La misma asociación se encarga de la confección de los dimonis y gegants de Mancor.

Participación

Antoni Serra habla de la importancia de las fiestas "para alcanzar la unidad de un municipio, pues fan poble". Y es que a la celebración acuden todos los vecinos para presenciar la recreación de tradiciones mallorquinas y pasarlo bien juntos. Precisamente por esa razón son los niños los que protagonizan el espectáculo, porque "es importante acercarlos a los orígenes que parece que últimamente se están perdiendo a través de los nuevos artilugios de ocio", explicaba Serra.

Al final del espectáculo todos los asistentes pudieron disfrutar de una comida en la plaza a partir de productos típicos.