El aparcamiento fue probablemente el principal inconveniente de ayer en la tradicional feria del Jai de Búger. La imposibilidad municipal de habilitar alguna finca rústica como estacionamiento provocó en algunos momentos nervios entre los visitantes al pequeño pueblo de la mancomunidad del Raiguer. Bartomeu Alemany, alcalde, reconoce que es uno "de los flecos a solucionar pero no hay fincas disponibles cerca. Es cierto que la feria ha cobrado importancia y que el nivel de visitantes que recibimos requiere una solución".

Lo cierto es que la jornada de ayer resultó espléndida desde el punto de vista meteorológico. Muchos visitantes aprovecharon la jornada para acudir el pueblo y visitar los diferentes puestos de venta de payeses, artesanos y revendedores.

Los payeses se encontraban ubicados en la plazoleta del Ayuntamiento, alrededor de la rotonda de la fuente. Resultaron vistosos los montajes que hicieron en sus paradas con fruta del tiempo. Hicieron verdaderos escaparates multicolores.

Exposición

Desde el Ayuntamiento hasta la iglesia se colocaron, a ambos lados de la calle los puestos de venta de artesanos y revendedores. Podían adquirirse todo tipos de artículos, aunque destacó la exposición de joyería y bisutería. No faltaron los queseros y charcuteros con sus propuestas artesanales. Salvador Pinya y Mateu Rosselló, maestros artesanos de la charcutería local, expusieron una muestra surtida de embutidos tradicionales junto a los mejores productos ibéricos.

La muestra ganadera local resultó también muy visitada, especialmente por los más pequeños.

Lo que sí fue aplaudido con fervor fue la demostración de los canes del grupo cinológico de la Guardia Civil. Luna y Sami demostraron a los curiosos como a su olfato no se le escapa ni un alijo de droga, por pequeño que sea.