En una isla que hace décadas que, en lo económico, dejó de mirar al interior (la agricultura) para centrarse en lo que viene del exterior (los turistas), las antiguas possessions han tenido que reinventarse en las últimas décadas para garantizar su viabilidad económica y su mantenimiento. Así lo pone de manifiesto la realidad de un buen número de fincas rústicas de la Serra de Tramuntana reconvertidas en los últimos tiempos en agroturismos o espacios museográficos.

El libro de reciente aparición Les possessions de la Serra de Tramuntana. Història i patrimoni, del historiador Gaspar Valero, revela algunas de las claves de este fenómeno de adaptación al medio. La obra recoge un estudio sobre 26 propiedades rústicas emblemáticas del gran corredor montañoso de Mallorca (de casi 100 kilómetros de longitud), que relaciona entre sí a una veintena de municipios y que cuenta con la distinción de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

El libro, que se centra en aspectos históricos, económicos, arquitectónicos y paisajísticos de estas construcciones señoriales, fue presentado ayer en la sede del Institut d´Estudis Baleàrics (IEB), donde su director, Antoni Vera, destacó la importancia de la obra para promocionar la Serra en el exterior.

A su lado, el conseller de Presidencia Jaume Juan incidió en ese mismo argumento, al tiempo que resaltó la necesidad de dar a conocer que la Serra es un "paisaje cultural", desde el momento en que el hombre ha modelado la naturaleza (en forma de marges o síquies) para adaptarse a ese medio desde el punto de vista productivo y doméstico.

"Esfuerzo de selección"

Por su parte, Gaspar Valero, quien agradeció la labor del editor J. J. Olañeta en la publicación del libro, reconoció que había tenido que hacer un importante "esfuerzo de selección" para centrarse únicamente en estas 26 possessions en una comarca donde, recordó, existen "centenares" de fincas.

Al referirse al estado de conservación de estas propiedades, el historiador lo calificó de "medianamente bueno". Así, destacó que hoy en día algunas de ellas son agroturismos, una vía que, remarcó, ha permitido su "mantenimiento y supervivencia" al lograr una "inyección" de fondos. Como Monnàber (Campanet) o Bàlitx d´Avall (Fornalutx). También están los casos de propiedades que se han especializado en eventos o que se han reconvertido en casas-museo, como Son Marroig, centrada en divulgar la figura del Arxiduc Lluís Salvador.

Con todo, según manifestó Valero, eso no significa que todas estas fincas hayan perdido su carácter agrícola. Algunas de ellas mantienen un nivel de producción, mientras que otras han recobrado vida gracias a la intervención pública, como ha sucedido con la finca de Galatzó, en Calvià.