­Siempre ha dicho la gente mayor que lo último que se dejaría de vender sería el pan, porque es el alimento básico por excelencia. Sin embargo, la crisis afecta también a los panaderos y de forma cruda y dura; nada menos que 30 panaderías han cerrado sus puertas durante los últimos cinco años en Mallorca, según los datos de la Associació de Forners i Pastissers de Balears.

El problema no es que el pan no se venda, sino cómo se vende. Los panaderos tradicionales están cerrando sus puertas básicamente por dos razones: la competencia desleal y la dudosa competencia de las grandes superficies.

El problema de la venta ambulante de pan en mercadillos está siendo muy preocupante. Tanto es así que la mencionada asociación, que aglutina a la mayoría de profesionales, ha remitido una circular en la que anima a denunciar.

La entidad sostiene que en una asamblea "se acordó recabar información sobre casos donde se lleve a cabo la elaboración y/o venta de panadería, bollería y pastelería que suponga una competencia desleal o de intrusismo". Por esa razón, en el mismo documento especifica: "Solicitamos su colaboración informándonos mediante un formulario (adjunto) de aquellos casos que usted considere que no cumplen los requisitos propios de la actividad".

Denuncias

La asociación solicita a los denunciantes que aporten fotos y cualquier otra prueba que sirva para canalizar las denuncias. Josep Magraner, gerente de la entidad, explica que "se va a luchar de forma implacable para defender a los que trabajan legalmente y no se va a dudar en denunciar todos los casos que encontremos".

La venta en los mercadillos sin las mínimas medidas de higiene exigidas por la conselleria de Sanidad es uno de los graves problemas del sector. Magraner sostiene que "cada día es posible observar imagenes inauditas de venta de pan o pastelería en puestos de mercado sin una protección que los aisle. Se colocan sobre una simple mesa sin pantalla de cristal o plástico; expuestas al toqueteo de la gente o de los animales de compañía, por no mencionar los insectos".

Aunque la competencia en materia de higiene es de la conselleria de Sanidad, la labor inspectora corresponde a los ayuntamientos. En este sentido no todos los alcaldes se muestran satisfechos con esta labor. Pere Jaume, alcalde de Sineu, explica que "con la normativa de la conselleria de Sanidad en la mano no se podría vender casi nada. Además, nos pasan el marrón a los alcaldes. Yo en una reunión dije que no estaba dispuesto a cargarme el mercado de mi pueblo". Sin embargo, Magraner sostiene que "no se puede amparar en el tipismo para desarrollar una actividad que si la llevara a cabo, en las mismas condiciones, el panadero del pueblo le cerrarían el negocio en menos de 24 horas". Otros municipios, como es el caso de Inca, han sido felicitados por el gremio. En la capital del Raiguer no se permiten puestos de comida preparada en la calle exceptó casos excepcionales en ferias.

La competencia de las multinacionales de la alimentación es otra de las causas que afectan al horno tradicional. Magraner indica que "se vende el pan en envoltorios sin cerrar con lo que puede ser manoseado. Se coloca en vitrinas en las que el cliente se sirve, con o sin guantes, pues nadie lo vigila. Eso supone un ahorro en costes de personal que el panadero no puede desarrollar porque no se lo permiten".

Multinacionales

Estas compañías elaboran pan que venden a precios muy baratos, "pero en lotes, que hacen que el cliente se gaste más y al final le sobre pan", dice el directivo.