Ya son más de setenta años que los actos litúrgicos que se ofician en la iglesia parroquial de Sant Antoni Abad de sa Pobla cuentan con la participación de Antoni Valls Forteza, Pobardo, s´escolà major, que con casi 92 años a sus espaldas -los cumplirá el próximo 30 de abril- sigue subiendo por su propio pie, cuerpo balanceante, al altar del templo en el que se venera al santo eremita.

Cuida al detalle los actos del correspondiente ritual litúrgico de cada una de las celebraciones religiosas, así como también de que todo esté en orden en las diferentes dependencias del templo.

Toni mantiene un contacto directo con su parroquia a la que acude a las cinco de la tarde, hora en la que se abren las puertas del templo para dar paso a las acciones de culto. Participa, junto al sacristán titular, en los preparativos pertinentes y en la misa vespertina y otros actos.

Cursó estudios primarios en la Escuela Parroquial que dirigían el rector Antoni Palou y el vicario Antoni Aguiló Toniet y se inició en sus actividades eclesiásticas a los diez años como monaguillo, con el rector Palou. A partir de ahí estuvo vinculado con las agrupaciones religiosas de la época, coordinadas por la parroquia y la Congregación Mariana. En el año 1952 fui nombrado sacristán mayor por el ecónomo Jaume Vallés. Cargo que en 1966, tuve que dejar por espacio de unos 20 años por problemas de salud, pero nunca me desvinculé de la parroquia. Me sustituyó en el cargo Miquel Serra, Senceller, mientras yo ayudaba a mi gran amigo Joan Celià en su negocio de coches de alquiler en Can Picafort", recuerda Toni.

Sacristán auxiliar

Reprendió su actividad religiosa el año 1987, con el párroco Miquel Mulet, para seguir ejerciéndola con el actual rector Joan Pons Payeras, ahora con el sacristán titular, Joan Serra, al que ha enseñado y aconseja en las tareas o funciones propias del cargo. "Actualmente asisto y participo en las funciones solemnes; maitines, completes, actos cuaresmales, de Semana Santa, novenarios, oficios o misas mayores, funerales. Y pienso seguir haciéndolo mientras pueda".

Nostalgia

El longevo sacristán, asume con lógica nostalgia el hecho de que "muchas costumbres religiosas han ido cambiando o desapareciendo con el paso de los años, como llevar el Santo Viático o la Extremaunción a los enfermos en su lecho de muerte, acompañar a los difuntos a su última morada rezando el rosario con la creu alçada; procesiones tan solemnes como la del Corpus, pasar el sol pas bendiciendo en cada casa las empanadas de Pascua, que no podían comerse hasta el repique del Gloria que anunciaba la resurrección de Jesús a primera hora del Sábado Santo, pues era considerado pecado. El solemne acto de la bendición de los frutos del campo, el día de la Creu en el mes de mayo" y un largo etcétera de celebraciones costumbristas que formaban parte del calendario religioso del pasado siglo y que Antoni recuerda con detalle.

Asimismo, sostiene que antaño se fomentaba más, y de forma diferente, la práctica religiosa, a través de la Congregación Mariana para los varones, "que aglutinaba a más de trescientos jóvenes que al mismo tiempo, organizaban prácticas deportivas, teatrales y de ocio; mientras las mujeres también se agrupaban bajo la tutela de las monjas; agrupaciones, todas, dependientes de Acción Católica Diocesana, que nombraba un consiliario en cada parroquia".

A lo largo del tiempo de vinculación con la parroquia Valls ha tratado con numerosos sacerdotes que han ejercido su magisterio en sa Pobla y dice guardar gratos recuerdos de todos ellos".

Tampoco podemos dejar de recordar a la escolanía y el coro parroquial, dirigido durante muchos años por el cura Antonio Company, Real.

Recordar a los monaguillos es hablar de sus clásicas diabluras, que Toni comenta con una beatífica sonrisa y asentando la cabeza: "Los más traviesos eran los tres hermanos Fiol y los hermanos Tomeu y Pep Cotxoroi o Tomeu Sordet. Los primeros, cuando tocaban las campanas, se atrevían a salir por el ventanal del campanario, volando al vacío cogidos de la cuerda. Otras travesuras consistían en beberse el vino de misa y comerse las hostias sin consagrar, poner agua dentro de las campanas y dejarlas boca arriba para que los próximos que las tocaran se mojaran. En total eran unos 30 niños en edades comprendidas entre los 8 y los 14 años los componentes de los dos grupos; monaguillos y cantadores".

Fin de la Guerra Civil

Entre los acontecimientos más relevantes y celebrados con gran fervor por los poblenses y vividos de cerca por Antoni Valls, cita con entusiasmo la subida a Lluc a pie del Santo Cristo acompañado de una gran multitud de vecinos, el año 1939, en gesto de acción de gracias por haber terminado la Guerra Civil; la visita de la Mare de Déu de Lluc, en su itinerario por los pueblos de Mallorca, que el año 1949, "llegó a sa Pobla en tren, la estación lucía un arco de mirto y todas las calles del pueblo estaban engalanadas con damascos y macetas. Fue una manifestación popular que dejó constancia de la devoción que los poblenses siempre hemos profesado por la Moreneta. Otra manifestación de fervor popular fue con motivo de la coronación, el año 1963, coincidiendo con las bodas de oro sacerdotales de Antoni Aguiló de nuestra Mare de Déu, una iniciativa del Capellà Toniet. Se la coronó con una corona de oro y brillantes sufragada con donativos de los feligreses".