El Castell de Santueri de Felanitx está a punto de volver a abrir sus puertas al público tras catorce años cerrado por su mal estado de conservación. Ahora, tras cuatro años de intensa reforma, la propiedad ultima los detalles de la vuelta del monumento al escaparate patrimonial. Una reapertura que finalmente se llevará a cabo "a finales de enero o a principios de febrero", según desvelaba ayer Joaquim Vidal, propietario de castell roquer construido a partir de 1316 sobre una antigua fortaleza musulmana. Lo que sí se sabe con seguridad es que abrirá todos los días de la semana, incluidos sábados y domingos, y que contará con personal fijo, entre ellos, un arqueólogo permanente que explique los pormenores de la fortificación.

En un principio se habló de inaugurar la nueva etapa de Santueri antes de que terminara 2013, aunque esperas administrativas harán que no sea hasta dentro de un mes. Anteayer técnicos del Consell de Mallorca se desplazaron hasta Felanitx para dar el visto bueno a todas las obras de mejora y restauración, una luz verde que deberá ratificar la ponencia de Patrimonio insular, que no se reunirá hasta pasadas las fiestas navideñas, el 11 de enero.

Entre medias, el 30 de diciembre, los máximos responsables del área en el Consell, Catalina Sureda y Joan Rotger, darán más detalles de la primera fase para la recuperación del castillo, después de que en 2011 finalmente no se llegara a ejecutar la expropiación por parte del Govern y con dinero de Madrid. Ahora Santueri tiene un aspecto distinto, los cambios tanto en el exterior como internos son notables, "aunque el proyecto no ha terminado todavía", recalca Vidal, que estima en "más de 600.000 euros", el dinero gastado en el proceso de puesta a punto. "Aún no hemos terminado. No podemos arreglar en cuatro años lo que no se ha hecho en 600".

Con el dinero de las entradas

También está previsto que la siguiente fase se nutra del dinero que aporten los visitantes a partir de una entrada, cuyo precio aún está por determinar pero que, según la propiedad, "sería similar al de otros monumentos como los castillos de Capdepera o el conjunto prehistórico de ses Païsses". El horario de visitas sería desde las 10 de la mañana "hasta las cinco o seis de la tarde".

Entre las actividades complementarias están una nueva campaña arqueológica entre junio y julio de 2014 o la inserción del castillo dentro de las excursiones de los centros escolares de la isla "si no puede ser este año, dentro del curso siguiente".

Lo que está claro es que no se va a ampliar la zona de aparcamientos ya que "el flujo tampoco es tal como para colapsar el espacio actual", como tampoco se dejará pasar hasta las faldas de Santueri a los autobuses. Sean escolares o turísticos, deberán parar en las casas de la possessió, a 1,1 kilómetros de la cima, y continuar después el viaje a pie "disfrutando del paisaje. Así, mientras se hace ejercicio se pueden contemplar una imágenes increíbles". Para evitarlo, además, se colocarán diversas señales que limitarán el tonelaje de los vehículos aptos para subir al monumento del siglo XIV, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en abril de 1949.

Recurso ante Hacienda

Precisamente la familia Vidal ha presentado un recurso ante el Ministerio de Hacienda para tratar de abaratar el IVA con el que se grava las entradas a los BIC y que según el epígrafe estatal es del 21% "ya se lo hemos notificado para que incluyan esta clase de patrimonio dentro de un grupo especial que solo pague el 10%".

Hasta que se cerró al público a finales de los 90, la entrada fue gratuita durante mucho tiempo. Quien quería visitar el Castell de Santueri bastaba que se dirigiera a las casas familiares, donde amablemente se le entregaban las llaves de la fortaleza. Aunque, entre medias, también se llegaron a cobrar hasta 100 pesetas por dejar pasar a los turistas.

De momento se está estudiando si en esta nueva etapa se podrá hacer un descuento "o reservar un día" para los residentes felanitxers que quieran reencontrarse con un importante trozo de la historia mallorquina, "lo estudiaremos", concluye Joaquim Vidal.