Los ochenta fueron su época dorada. Los reproductores VHS eran el complemento perfecto a cualquier televisión, un dúo antiaburrimiento en tiempos donde no existían las cadenas privadas, y las familias tenían que conformarse con media docena corta de parrillas. No había que desplazarse lejos para encontrar un videoclub, en Palma llegó a haber más de 150 y prácticamente el doble en la Part Forana. El peregrinaje solía empezar el viernes tarde: tras la fachada de neón, viarias estanterías paralelas lucían bajo la luz blanca. Arriba las últimas novedades (más caras evidentemente), abajo el resto. "Antes una familia podía alquilar siete u ocho películas para ver durante toda la semana", explica Tomeu Sastre, presidente de la asociación de videoclubs VIVE, la única que aún agrupa a varios establecimientos en la isla.

El panorama ahora es de resistencia; algunos por amor al cine, otros para intentar completar los años de jubilación y muy pocos por puro negocio. En 2009 quedaban unos 30 videoclubs en Ciutat y alrededor de 80 en la Part Forana Hoy solo restan abiertos doce en la capital y menos de veinte fuera de ella.

El registro no es exhaustivo. Hace doce años que la asociación que los aunaba a todos y velaba por sus intereses dentro de PIMEM, se extinguió por agonía. Fue a principios de los noventa, paralelamente al desembarco de las privadas, Tele5, Antena3 o Canal+. Demasiada oferta sin moverse del salón como para seguir rebobinando cintas. Fue la primera criba, un socavón aliviado al poco tiempo por la irrupción del DVD, el láser mágico que duró lo que tardaron las grandes superficies en bajar sus precios de venta. Pero con todo, hay tantas teorías como videoclubs quedan.

Con esa segunda ola abrió hace una década el Videomatic Millenium de Manacor, con dos propietarios y hasta tres empleados autónomos: "Cuando llegaban los estrenos siempre teníamos largas colas de clientes esperando... todo eso se acabó", recuerda Damiana Soler, quien lucha por mantener a flote el único videoclub que queda en Manacor. Pero pese a una oferta de 9.000 DVDs, "apenas sacamos para un sueldo muy básico de 600 o 700 euros. Y eso que los precios no son caros: 1,90 euros por seis horas de alquiler, más doce céntimos por hora extra".

La mayoría de propietarios ya solo compran dos o tres copias de cada nuevo éxito y una sola de las demás películas estrenadas en los cines unos meses antes. En las antípodas del clímax que marcó Terminator II, por ejemplo, "de la que tuvimos 150 copias para alquilar solo en VHS", explica Sastre, propietario además del Videoclub Piscis de Palma. "Mientras haya películas en los cines, muchos o pocos, pero seguiremos estando ahí", resuelve.

Con 27 años de antiguedad y un catálogo de 1.300 películas sobrevive el Videoclub Petra, uno de los más veteranos, una rareza en la comarca del Pla. Su dueña, Francisca Beltrán, se queja de la segunda vía de agua del otrora trasatlántico negocio: la crisis ha bajado el alquiler hasta un 60% en los últimos años, "así no le veo continuidad. En Petra esta oferta quedará desierta cuando me haya jubilado... pero cada videoclub es un mundo", dice admitiendo que su clientela suele buscar un cine menos comercial "cine independiente, clásicos... y obviamente también alguna novedad".

En otra tesitura está Juan Carlos Cànoves, desde hace tan solo dos meses propietario del Videoclub Novedades de Inca, aunque con experiencia como distribuidor. Como en Manacor solo queda uno en la capital del Raiguer que atienda en persona a los clientes sin que haya exclusivamente máquinas de por medio. "Pienso que el negocio no va a desaparecer, creo que la oferta se ha ido ajustando a la demanda, el boom de las descargas va pasando y siempre quedará quien tenga que recurrir al videoclub para encontrar lo que busca, o porque no tiene acceso a las nuevas tecnologías. Viene gente de toda la comarca, incluso de Alcúdia", comenta mientras prepara la ficha para el socio 15.024 de su negocio.

En Sóller, el único videoclub que queda está situado en el Port. Torcuato Martínez es el dueño de Chachi, la tienda que en 2004 instaló dispensadores de películas en formato DVD. Explica que tanto internet de alta velocidad como la televisión de pago "son una dura competencia, aunque intentamos defendernos ofreciendo las últimas películas que salen en el mercado a un precio muy razonable". A pesar de tener más de 1.000 socios (entre activos y no activos), Martínez defiende su videoclub como "un servicio más para los clientes del quiosco, ya que hay períodos del año en los que este tipo de negocios no da ningún beneficio". El futuro lo ve "incierto y con miedo" porque "las películas cuestan mucho dinero".

Y es que a un videoclub mallorquín cada novedad adquirida en DVD, antes de que salga a la venta, le cuesta 60 euros de media, multiplicado por las dos o tres novedades escogidas cada semana (y que no son todas las que salen cada siete días al mercado).

Si nos desplazamos a la costa de Llevant, el más activo es el Video Scream de Cala Millor con 18.000 títulos y cerca de 8.000 socios. Propiedad de Antonio de Arriba, abre todas las tardes sea verano o invierno. "Alquilamos mucho sobre todo en fin de semana y los miércoles que es cuando llegan los estrenos", explica su empleado Dani Perea, quien destaca el complemento de los videojuegos en su catálogo.

Ampliar la oferta

Ese parece el reto de futuro de otra rareza de la part forana, Popster. Un videoclub abierto hace tres años en Llucmajor que, además de especializarse en cine de autor, complementa su cóctel con pósters, camisetas y merchandising de los títulos más reconocibles. Preguntado sobre si abrir un negocio así en plena recesión económica y del sector fue buena idea, su propietario, Biel Thomàs, lo tiene claro: "Ciertamente el panorama era bastante desalentador, pero siempre me había hecho ilusión intentarlo. Por el momento estoy contento", contesta mientras asesora a un cliente; "suele ser habitual. Aquí no estamos tan enfocados a la novedad como en las pelis clásicas, de autor o en las filmografías de directores, por poner un ejemplo. Thomàs dispone también de un ordenador donde cualquier cliente (ya son más de 700) puede consultar trozos de alguno de los más de 11.000 films que tiene en catálogo.