La lluvia se coló en la feria del Dijous Bo. Los peores pronósticos meteorológicos se cumplieron y la llamada ´fira de fires´ amaneció con mal pie. A pesar de que a medida que avanzaba el día el tiempo mejoró, el evento comercial más importante del año en Inca ya no llegó a recuperarse completamente. El Dijous Bo fue de menos a más, pero en ningún momento alcanzó los registros de asistencia de otras ediciones en las que el clima había sido más benévolo. No obstante, fueron decenas de miles los visitantes, y la cantidad de gente que, paraguas en mano, seguía paseando bajo el diluvio matinal ofrece una idea de la importancia que esta feria otoñal tiene el imaginario colectivo de los mallorquines.

Después de una larga noche de marcha, la ciudad de Inca amaneció un año más con vocación de ejercer la capitalidad de la isla por un día. A las diez de la mañana estaban citadas en el Ayuntamiento las autoridades, encabezadas por el alcalde anfitrión, Rafel Torres, y la práctica totalidad de la corporación municipal de Inca. Asistieron a la cita con la feria el vicepresident del Govern Antoni Gómez, que ayer ejercía de presidente en funciones; la consellera de Administraciones Públicas, Núria Riera; y el conseller de Salud, Martí Sansaloni. También formaron parte de la comitiva la presidenta del Parlament, Margalida Duran, y la delegada del gobierno, Teresa Palmer, además de la portavoz del PP en el Parlament, Mabel Cabrer, y algunos alcaldes de la Part Forana. Por su parte, la ´inquera´ Francina Armengol acudió en representación del PSOE.

Acto seguido, la comitiva política se dirigió hacia el mercado cubierto, donde desde hace unos años se lleva a cabo el desayuno institucional. "Siento un poco de tristeza por la gente que lleva mucho tiempo trabajando por la feria", apuntó el alcalde Torres antes de añadir con resignación que "las tradiciones suelen cumplirse; en todas las buenas ferias llueve". Gómez también aseguró que tenía un "sentimiento agridulce".

En el mercado tuvo mucho éxito la iniciativa de repartir platos de raya en escabeche, organizada por Mallorca Mar, con el fin de promocionar este sabroso pescado que aún no es muy popular entre el público. Llegaron a distribuirse unos cien kilos de raya.

La siguiente parada fue la plaza del Bestiar, uno de los puntos neurálgicos de la feria y lugar de concentración de los animales. ´Porcs negres´, caballos, ovejas y aves de todo tipo se expusieron para el disfrute del numeroso público que pasó por este espacio a lo largo de todo el día.

En el centro, una antigua ´sínia´ tirada por un burro aportaba la nota tradicional a un mercado que quiere apostar fuerte por la recuperación de su versión más primitiva, en la que los productos del campo y los animales que ayudaban en las labores agrícolas eran la principal moneda de cambio y la razón de ser de la feria. El ´mercat pagès´ ubicado en las calles más céntricas de la ciudad es un intento de regresar a las raíces, con productos de temporada, flores y todo tipo de manjares autóctonos como principal reclamo.

La plaza Mallorca, como es habitual, fue la sede de las empresas, entidades y medios de comunicación, entre ellos DIARIO de MALLORCA. La maquinaria agrícola se situó en la Gran Vía Colón y los vehículos en la Avenida Reyes Católicos. A medida que avanzaba la tarde, el tiempo se estiró y las calles de Inca volvieron a ganar algo de la animación que faltó, en esta ocasión, por la mañana.