"No hemos podido encontrar el documento legal que respalde la recuperación de la plaza ni estamos dispuestos a pagar los 900.000 euros que pide la propiedad por ella, así que sí, renunciamos definitivamente a La Macarena", explica el alcalde de Felanitx, Biel Tauler (PP), para quien ni el albero centenario ni la reanudación de las novilladas del día de Sant Agustí son una prioridad: "Si la compramos, por ejemplo para conciertos o espectáculos, dígame, ¿qué hacemos con el parque de sa Torre, la Casa de Cultura o la Escola de Música?, no podemos, ¿y las reformas posteriores para hacerla segura?".

Preguntas con respuestas negativas que dejan nubes negras sobre el coso felanitxer, de 112 años de historia y que desde hace cinco permanece inactivo, abandonado y apuntalado. Propiedad del empresario taurino barcelonés, Pedro Balañà, su futuro es incierto. Hace tres años fue ofrecida al Ayuntamiento por casi un millón de euros (sin la preceptiva rehabilitación), a lo que Tauler contestó al contraataque anunciando que los técnicos y juristas municipales harían lo posible por recuperar la plaza "por lo civil o por lo criminal". En su estrategia estaba encontrar el convenio perdido donde se aseveraba que La Macarena retornaría a titularidad municipal si, transcurrido un año, no se había organizado espectáculo taurino alguno. "No ha aparecido ni, de momento hemos vuelto a tener noticias de Balañà".

Consultado ayer por este periódico el empresario, que también posee la plaza de Palma y que vendió la de Muro al consistorio local por 450.000 euros, dijo que no había nada nuevo que contar: "No voy ha hacer más declaraciones. No tengo nada que decir", redirigiendo a las oficinas de su empresa para futuras novedades.

Cabe recordar como anécdota que en 1991 el Ayuntamiento tuvo que habilitar una plaza de toros desmontable cerca del matadero y actual instituto para las novilladas, que se interrumpieron en 2009 después de 110 años seguidos celebrándose. El arquitecto municipal de entonces no quiso firmar un certificado de solidez de La Macarena. Su mal estado de conservación y las reformas exigidas por la conselleria de Interior para reabrirla marcaron su rumbo hace ya un lustro.