­Bajo un sol de justicia, con el termómetro marcando 35 grados a la sombra, abanico en mano y vestidos de gala, tal y como manda la tradición, los vecinos de Alcúdia llevaron a cabo ayer, festividad de Santa Aina, la procesión de la Triennal del Sant Crist, una celebración muy emotiva y sentida por los ´alcudiencs´ que se celebra cada tres años para venerar el primer milagro que se atribuye al Sant Crist y que, según las crónicas, tuvo lugar en el año 1507, cuando tras las desesperadas rogativas de los paisanos llegó la lluvia a la isla en un tiempo de larga sequía y penurias sociales.

La procesión de la Triennal se caracteriza cada año por el intenso calor estival, fenómeno que ayer fue incluso más acusado y causó estragos entre algunos participantes. La alerta naranja activada por las altas temperaturas no hizo desistir a ningún fiel de su participación en la procesión, aunque los cerca de cuarenta grados que marcaban los termómetros a mediodía provocaron algunos desmayos y lipotimias sin importancia que fueron socorridos por los servicios de emergencia activados para la ocasión. Uno de los afectados fue el sacerdote Pere Fiol, de la parroquia de Muro, al que tuvieron que atender por una leve lipotimia de la que posteriormente se recuperó.

Centenares de personas, muchas de ellas descalzas, participaron en la procesión silenciosa que comenzó sobre las doce del mediodía en la iglesia parroquial de Sant Jaume, una vez finalizada la Eucaristía presidida por el Vicario General de la Diócesis, Lluc Riera. La marcha recorrió las principales calles de Alcúdia para finalizar nuevamente en la parroquia, donde se entonó el Tedeum como símbolo de acción de gracias.

La imagen del Sant Crist cerraba la procesión acompañada por un séquito de sacerdotes y seguida por algunas autoridades invitadas por la alcaldesa Coloma Terrasa, como el vicepresidente del Consell, Joan Rotger, y el diputado ´alcudienc´ del PP, Miquel Ramis, así como la socialista Francina Armengol. El exalcalde de Alcúdia y actual portavoz de Convergència, Miquel Llompart, prefirió participar activamente como miembro de la cofraría del Sant Crist. De fondo, a lo largo de toda la procesión, sonaban ´Els Goigs del Sant Crist´ reeditados especialmente para esta nueva edición de la Triennal.

La decoración, a la antigua

Las calles principales de la ciudad estaban engalanadas para la ocasión. El hecho de que la marcha se celebre solo cada tres años motiva a los vecinos a trabajar con ganas e intensidad en la ornamentación de las calles del centro por las que transcurre la marcha religiosa. Las ramas de pino presidían los portales de los vecinos de Alcúdia. Además, este año la organización de la Triennal ha querido recuperar la decoración de la calle principal por donde pasa la procesión tal y como se hacía hace cuarenta años, con la instalación de una gran arcada de flores que otorgaba una mayor solemnidad a la marcha.

La devoción por la Triennal tiene su origen en un primer milagro atribuido al Sant Crist que acreditó en aquel entonces el notario de la localidad, Francesc Aixartell, el cual relata como los vecinos de Alcúdia decidieron portar la imagen cristiana hasta la cueva de Sant Martí, situada en las afueras de la ciudad, para implorar lluvias. De regreso a Alcúdia la imagen empezó a sudar agua y sangre, y siguió así durante tres días. Aquel año las lluvias fueron generosas y las cosechas abundantes.

El paso del tiempo no ha hecho perder esta devoción, sino todo lo contrario. La pasión por la Triennal traspasa fronteras y cada año son más los foráneos que se unen a la veneración gracias a la gran labor de transmisión que realizan los vecinos. Algunas personas presentes comentaron que se habían alojado en hoteles del municipio para vivir de cerca una vez más la Triennal del Sant Crist y participar activamente en la procesión para hacer los ruegos pertinentes, cumplir promesas o incluso mostrar su agradecimiento a las súplicas, muchas de ellas dirigidas a los jóvenes y enfermos. También hubo un sentido recuerdo por las víctimas del accidente de Santiago.