El centro cívico de es Llombards acogió ayer el almuerzo de despedida del alcalde Miquel Vidal (PP), que el próximo 12 de julio será relevado por su delfín Llorenç Galmés tras 14 años de posesión de la vara de mando. Esta comida-bufé causó polémica al ser pagada con fondos de las arcas públicas municipales. Los actuales regidores del PSOE, Convergència y Esquerra hicieron un plantón, si bien sí que se vio a algunos exdirigentes de UM y PSOE y de la actual Lliga. Entre las más de 150 personas que sí acudieron, funcionarios, personal laboral y exconcejales del ayuntamiento.

Vidal, a su vez secretario general del PP de Balears, al inicio del almuerzo, sobre las 13,40 horas, tomó el micro y afirmó: "Esta comida es para deciros que sois lo mejor y que he disfrutado de ser alcalde 14 años. Si pudiera no me iría nunca, me jubilaría ocupando el cargo pero hay que tener en cuenta la necesidad de una regeneración política... Este es el último almuerzo juntos siendo yo alcalde y quiero agradeceros vuestro trabajo y apoyo. Vuestra actitud siempre positiva. Nunca he tenido un no vuestro y esto no tiene precio. No puede pagarse con dinero. Si tuviera que pagar los favores que habéis hecho al pueblo serían precisos más de mil dinars como éste".

En esta línea, Vidal remarcó: "En ningún caso este almuerzo es para hacer política ni demagogia. Es para estar unidos una hora y despedirme. A partir de ahora tratadme como un santanyiner más y pido perdón por si he ofendido a alguien".

Consultado por este diario, Vidal no supo concretar el número exacto de asistentes ni el coste para las arcas públicas, aunque calculó que "son algo más de 150 personas a unos 15 euros por cabeza".

En esta parte final del mandato de Vidal también ha habido otra controversia por la compra municipal de dos parcelas (700.000 euros) a los popularmente conocidos Ferreretes en el Caló d´en Boira de Cala Figuera. Esquerra votó en contra por las formas seguidas y por desmarcarse de los "mercados con particulares realizados por el PP", mientras que Covergència sospechó de que haya "extraños intereses" y no consideró vital preservar el pinar de la zona.