Los orígenes de la sobrasada son parecidos a otros muchos embutidos. Surge de la necesidad de guardar proteínas y grasas para consumirlas paulatinamente.

Según algunos investigadores, proviene de Sicilia y utiliza las técnicas del salado para embutir carne picada. En la isla italiana se practicaba una técnica conocida como sopressa, que significa picado, aplicado a la carne para embutir. Se dice que de Sicilia pasó a la zona de Valencia, y de ahí a Mallorca.

Al principio la sobrasada se debió asemejar mucho al salchichón, y es un producto nuevo, traído desde América, el pimentón, el que permite introducir más grasas en el embutido y conservarlo durante más tiempo.

Además de ello, el pimentón es el colorante natural ideal y es también, desde ese momento, el responsable del color característico de la sobrasada. De hecho, algo que aborrece mucho el consumidor mallorquín es que la sobrasada se "vuelva blanca" por algún defecto del pimentón.

Como en todos los productos tradicionales, el paso del tiempo ha perfeccionado su receta y elaboración. Tras siglos de fabricación casera, en Mallorca fueron surgiendo pequeñas industrias y en 1993 el Govern de les Illes Balears reconoce la Denominación Específica para la sobrasada mallorquina. En 1996, la Unión Europea le otorga el sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP).

En la actualidad hay menos de una veintena de productores acogidos, casi todos ellos son pequeñas industrias. Se trata de un sector muy vulnerable, por ello, a la competencia externa. Su máxima arma es una calidad suprema que radica en elaborar la receta tradicional de forma escrupulosa.