Fernando Rodríguez Peña ha sido propuesto por el Ayuntamiento como futuro juez de paz. Si su nombramiento es ratificado por el Tribunal Superior de Justicia de Balears, combinará el cargo con su actividad al frente de la Federación de Asociaciones de Mayores de Calvià.

-¿Cuándo decidió que quería ser juez de paz de Calvià?

-Oí que se convocaba la plaza y lo solicité. Pensé que sería la guinda de mi carrera. Durante toda mi vida me he dedicado a los demás. Incluso ahora, que estoy jubilado, soy presidente de la asociación de jubilados de Son Caliu y de la recién creada Federación de Asociaciones de Mayores de Calvià.

-A la espera de que su nombramiento sea aún ratificado en instancias judiciales, ¿qué objetivos se plantea en el cargo?

-Simplemente, el cumplir con mi obligación y hacerlo lo mejor posible para que después la gente guarde un buen recuerdo.

-Los jueces de paz suelen asegurar que para ejercer bien el cargo hay que hacer acopio de paciencia, sentido común y mano izquierda. ¿Usted cree que reúne esas características?

-No me corresponde a mí definirme como persona. Pero sí que puedo decir que, por mi profesión, he tenido que tener mucha paciencia y tranquilidad. He requerido también sentido común y mucho dominio de mí mismo. A la hora de trabajar, no tengo horario.

-Durante su vida profesional en la Policía estuvo especializado en la desactivación de explosivos, ¿cree que se trata del trabajo más estresante que puede desempeñar una persona?

-El trabajo lo puede hacer cualquier persona. Todo es cuestión de voluntad.

-Así que no están ustedes hechos de una pasta especial.

-No lo creo. Somos gente normalísima. De familias normales. Con las mismas virtudes y los mismos defectos que cualquier otra persona.

-¿Qué se piensa cuando uno está delante de una bomba?

-Sólo se piensa en una cosa: hay un problema y hay que solucionarlo. En ese tipo de trabajos, te acostumbras a reaccionar bastante rápido. Piensas que lo más importante es evitar desgracias personales. Y preservar nuestra vida, claro. Todo lo demás es reparable.

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-Es una profesión muy bonita, pero también muy sacrificada. Yo tengo la gran pena de compañeros muertos en acto de servicio. Es algo que va en el sueldo.

-Vida sacrificada también para la familia.

-Procuramos que le llegue lo menos posible [del día a día del trabajo]. Lo que hay que decir es que resulta muy gratificante cuando solucionas un problema de esos.

-¿Se aprende algo del terrorista analizando sus artefactos explosivos?

-Sí, es evidente. Te ayuda a conocer la personalidad de quien ha elaborado aquello.

-En el verano de hace cuatro años, Calvià se enfrentó a la tragedia de las bombas de ETA.

-Pasó algo que que desde hace tiempo nos temíamos que pudiese ocurrir. No estaba de servicio, pero me acerqué a Palmanova. Procuré estar ahí por si en algún momento podía ser de ayuda.

-¿Cómo se forma un artificiero?

-La formación es permanente. Continuamente estás haciendo cursos. No sólo a nivel estatal, sino internacional. Hay que decir que entre los mejores Tedax del mundo están los españoles.

-Como ha dicho antes, ahora ocupa la presidencia de la Federación de Asociaciones de Mayores de Calvià. ¿Por qué era necesario este organismo?

-Existen varias federaciones de mayores, pero ni yo ni otros compañeros nos sentíamos representados. Cuando hacían algo, no nos enterábamos de nada. El objetivo de esta federación es defender nuestro intereses ante la administración.