Durante los 50 años que van de 1924 hasta 1974 Sant Llorenç vivió su propia revolución industrial con la proliferación de los talleres de bordados, justo antes de que el otro boom, el turístico, unificara prácticamente el sector terciario mallorquín. La historiadora Lourdes Melis (Porto Cristo, 1985) lo analiza en la primera parte de un estudio becado por el propio ayuntamiento llorencí.

„¿Por qué Sant Llorenç se interesó por los bordados?

„Fue una de las manufacturas más practicadas por la población femenina, sobre todo durante el siglo XIX pero también, tal y como se ha demostrado en el caso de Sant Llorenç, durante el siglo XX. Este tipo de actividades permitía a las mujer hacer una contribución económica sin salir de casa, es decir, que se realizaba un trabajo domiciliario el cual se podía combinar con las obligaciones domésticas que tradicionalmente se le han impuesto a la mujer: el cuidado de la casa y la educación de los hijos.

„¿En qué año abrió el primer taller, dónde estaba y cuántos empleados tenía?

„El primer taller aparece registrado en las matrículas industriales en el año 1924 a nombre de Joan Miró, pero gracias a las fuentes orales he podido llegar a la conclusión de que ya estaba en funcionamiento con anterioridad. Estaba situado en la calle Major, al lado de lo que actualmente es el Bar Olímpic, y en él trabajaron inicialmente solo cinco mujeres, a las cuales les enseñaron a bordar a máquina.

„¿Por qué fue tan importante el trabajo femenino?, ¿Cuántas mujeres o familias llegaron a vivir de los bordados?

„Como le decía este tipo de manufacturas eran consideradas propiamente femeninas ya que existía una segregación sexual en los oficios. Además, en Sant Llorenç las opciones de ocupación para las mujeres eren realmente escasas, a excepción de ejercer de criada o cuidadora de niños para las familias adineradas. No se puede saber con exactitud la cantidad porque la mayoría de ellas realizaba un trabajo domiciliario, que queda normalmente disuelto en la economía sumergida. Pero se han podido localizar algunos datos que hacen patente que era importante el porcentaje de mujeres que se dedicaba a bordar. El más significativo, sin duda, es el padrón de 1960, en el cual se registran casi 700 mujeres dedicadas a este oficio.

„¿Cómo cambió económicamente al pueblo?

„Los bordados significaron un impulso económico importante para las familias de Sant Llorenç. Lo más significativo sea quizás que la aportación que suponía el trabajo que realizaban las mujeres era más importante que la de los hombres. En lo que he llamado la segunda generación de talleres, se ha podido constatar que en ocasiones el dinero ganado con la actividad del bordado fue invertido en negocios destinados a la oferta turística tras el boom de los años 60.

„¿Cuál fue el número máximo de talleres?

„Entre la década de los 60 y la de los 70 se han localizado un total de 17 talleres, algunos más modestos que otros. Algunos de ellos aparecen registrados en las matrículas, otros han sido constatados por las fuentes orales.

„¿Cuál era el sueldo medio?

„Respecto a esto debemos tener claro que existía una diferencia importante entre las personas que trabajan en el taller y las que lo hacían en casa. Esto era así porque el sistema de producción se basaba en la división del trabajo, por eso algunos procesos se realizaban en el taller y otros en casa. Las mujeres que trabajaban en el taller cobraban un jornal normalmente de 8 horas, aunque en las épocas de más trabajo podían llegar a hacer hasta 12 horas. El sueldo depende de la época en la que nos situemos y del trabajo realizado, ya que una mujer que preparaba la tela no cobraba lo mismo que la que hacía el dibujo, por ejemplo. En cambio, las que trabajaban en casa, generalmente bordando, no tenían un horario establecido. Su sueldo dependía del número de piezas confeccionadas y de la dificultad del bordado. Este sistema hacía que la propia trabajadora se ´autoexplotase´ ya que, cuantas más piezas fuera capaz de bordar, más alta era la compensación económica.

„¿Hacia dónde iba el producto?

„Respecto a los talleres de la primera generación, no se puede concretar dónde se producía su distribución ya que se hacía desde Barcelona, lugar de origen de sus propietarios. Pero los talleres de la segunda generación repartían su género a través de un intermediario, llamado es viatjant, por las islas y la costa catalana y la valenciana, básicamente. El género de madó Sorrilla llegó incluso a Sudamérica.

„¿Dónde van todas esas mujeres cuando todo se acaba?

„El declive es a partir de finales de los años 70 y principios de los 80, cuando el sector terciario se diversifica aún más debido al incremento de las visitas turísticas, las cuales ofrece salidas laborales mejor remuneradas. Además, se debe tener en cuenta la competencia de l os mercados de los países subdesarrollados, especialmente el chino, donde la mano de obra era mucho más barata. La mayoría de las mujeres cambian de oficio y pasan a trabajar en hoteles, restaurantes u otros negocios de la zona costera.