Todo el mundo lo sabe y siempre ha sido así: los Reyes Magos llegan de Oriente. A pesar de esta certeza, solo en dos pueblos de Mallorca se puede afirmar con toda seguridad que cada 5 de enero, Sus Majestades emprenden su marcha desde Orient y sin necesidad de atravesar el Mediterráneo.

Hasta hace solo unas décadas, cuando la generosidad de los Reyes alcanzaba solo para obsequiar a los niños con poco más que ensaimadas y las cabalgatas eran sencillos carros o tractores decorados, antes de las espectaculares carrozas que pudieron verse ayer, los Reyes Magos llegaban a Bunyola y Alaró desde Orient.

Todos lo sabían, especialmente los niños. La pequeña aldea hoy declarada Bien de Interés Cultural (BIC) era el hogar de los Reyes Magos, donde pernoctaban un año entero preparando los regalos que repartirían en la siguiente cabalgata. Es más, todos los niños, especialmente los de Orient, sabían donde residían Sus Majestades: en Cals Reis, evidentemente. Nadie dudaba de que esta gran possessió, situada en la entrada del núcleo urbano por la parte de Alaró, con su antigua entrada y su espectacular clastra, era el hogar de los Reyes.

La historia de los Reyes Magos de Orient, elevada ya a la categoría de leyenda local, fue recogida por Bàrbara Suau, Elisabet Abeyà y Gaspar Valero en el libro Tot pot ser en aquest món. Llegendes i contarelles de Bunyola i Orient, en el que también se cuenta que los padres de los niños del llogaret amenazaban a sus hijos con la frase: "Si no te portas bien, cuando pase por Cals Reis se lo diré", que casi por arte de magia convertía a los menores de esta aldea en los más buenos de la isla.

Pero ya se sabe que los niños no son tontos y, si los Reyes vivían en Cals Reis ¿por qué no los veían nunca? La respuesta era también sencilla: "Han llevado a los caballos a pastar a la montaña". Sus Majestades debían pasar la primavera y el verano ocupándose de sus caballos, para que recuperasen fuerzas para la siguiente cabalgata, y preparando los nuevos regalos. Por esta razón resultaba evidente que con tanto trabajo no pudieran ni siquiera pasarse un momento por la taberna de Orient o salir a dar un paseo. Para los quehaceres del día a día, ya tenían a sus criados, representados quizás por los amos y demás trabajadores de Cals Reis.

Hoy, a Bunyola y Alaró los Reyes ya no llegan desde Orient, ¿o sí? En cualquier caso queda la leyenda que iluminó la infancia a centenares de niños de los dos pueblos. Tal fue su fama, que hasta una de las calles de la aldea lleva su nombre: Carrer dels Reis d´Orient.