La gran mayoría de municipios de Mallorca han considerado que las fiestas populares, el gasto corriente, las horas extra que se pagan a los funcionarios y, en menor medida, el mantenimiento son inversiones susceptibles de recortar para cuadrar unas cuentas fuertemente golpeadas por la crisis y mantener otros servicios más necesarios para la población, como las ayudas sociales. Las medidas municipales se han complementado con significativas subidas de tasas e impuestos y, en algunos casos, cierres de servicios públicos y cobro a los ciudadanos por iniciativas que eran gratis.

La reducción de las partidas de fiesta es, sin duda, el recorte más significativo en los pueblos. En algunos casos, como sa Pobla, el tijeretazo festivo alcanza el cincuenta por ciento y el Ayuntamiento busca fórmulas de colaboración privada para mantener algunos festejos emblemáticos como el Studio 54 mientras suprime otros actos populares como la cena de verano en Crestatx. Marratxí ha eliminado la Fira de Tardor y la Pujada a Lluc mientras reducía en un 30% la partida destinada a la Fira del Fang.

En Inca, el presupuesto de ferias, incluido el Dijous Bo, ha descendido un cuarenta por ciento, igual que en Consell. En Costitx, el recorte ha llegado al setenta por ciento. ¿Cómo se compensa?. "Con imaginación y mucha participación popular", responde el alcalde Antoni Salas. En Santa Margalida, de 2010 a 2011 el ahorro en fiestas es casi de 300.000 euros "y seguirá bajando", advierte el regidor Antoni Reus, mientras que en Algaida, 10.000 euros destinados a fiestas han servido para potenciar las ayudas sociales.

Tradicionalmente, el gasto corriente ha sido un agujero negro por el que se cuela un importante porcentaje de las cuentas municipales. Ahora, la crisis ha obligado a los munícipes a aplicar un celo extremo a la hora de justificar el gasto de cada euro. La colocación de bombillas de bajo consumo, la adopción de experiencias de ahorro energético y la sustitución de los antiguos servicios telefónicos y telemáticos por otros más baratos están a la orden del día en los consistorios. "Miramos hasta el último euro, y si hay que comprar algo pedimos hasta tres presupuestos diferentes", dice Andreu Isern, alcalde de Consell.

Menos gastos eléctricos

El ayuntamiento de Inca espera ahorrar un millón de euros en reducción de gasto corriente. Ha centralizado las líneas de internet, móvil y telefonía fija y ha formalizado una central de compras a través de la que espera reducir entre un 15 y un 20 por ciento anual el gasto en suministros. Alaró también ha puesto en marcha una fórmula similar. "Una ventaja es que ahora la mayoría de empresas presentan precios más bajos para asegurarse la venta", opina Joan González, edil de Economía de Alcúdia. Además, diversos municipios, entre ellos Santa Eugènia o Santa Margalida, apagan farolas en horario nocturno para reducir el elevado gasto energético. "Estamos renegociando diversos contratos. Este año pagaremos 5.000 euros menos en móviles e internet, reducimos en extintores y sensores, pasamos de tres páginas web municipales a sólo una y hemos eliminado todas las subvenciones excepto las sociales", explica Montserrat Rosselló, alcalde de Vilafranca, sobre algunas de las medidas aplicadas.

El gasto en personal es otra de las vías de agua que contribuyen a hundir las economías locales. La gran mayoría de corporaciones no se han visto obligadas a reducir plantillas, pero también es cierto que tampoco se realizarán contrataciones especiales como venía siendo habitual en tiempos de bonanza ni ampliaciones de personal en las áreas con menos recursos, a pesar de ser necesario.

El freno en los pagos de horas extra es una de las medidas comunes. Inca ha cerrado el Ayuntamiento por las tarde para ahorrarse los complementos. La mayoría de corporaciones consultadas optan por realizar los trabajos por las mañanas para que los funcionarios puedan hacerlos en horario laboral y así ahorrar en horas complementarias.