Da la sensación de que siempre han estado ahí. Desde que el mundo es mundo. Imponentes y majestuosas. Pero no es así. Hubo un tiempo en que las montañas que se ven hoy en día desde Peguera no existían. La Serra de Tramuntana aún no había emergido. Como mucho, había pequeñas elevaciones. Mallorca no era Mallorca y ningún mar Mediterráneo la separaba de la Península. Estaban pegadas y los ríos peninsulares, que venían del norte y del noroeste, desembocaban aquí, en la isla.

Por las playas cubiertas de velomares, tumbonas y sombrillas que hoy pisan en chanclas los turistas que vienen a veranear a Peguera desde Alemania para tostarse al sol y donde la única fauna que se observa son, como mucho, los típicos animales domésticos, hace unos 30 millones de años transitaban, en cambio, cocodrilos. Más o menos como los actuales, aunque de los pequeños indicios encontrados es difícil hacer un retrato exacto de su aspecto. Campaban también a su aire las tortugas. Y las ranas. Y pequeños mamíferos.

Una fauna diversa, pero que no alcanza el nivel de impacto de otros ejemplares que, por aquel entonces, se paseaban por otras partes del globo terráqueo después de la extinción de los dinosaurios. Como un pingüino gigante (Icadyptes salasi) y un rinoceronte igual de grande que un edificio (Paraceratherium).

Comparando la foto fija de aquella época con la actual, las diferencias serían sustanciales, aparte de la fauna existente. Y Peguera constituye un escenario adecuado para analizar la historia geológica de la isla, como explica Jordi Giménez, de la Associació de Geòlegs de Balears (AGEIB). La entidad celebró la semana pasada a nivel balear el Geolodía 2012, una jornada divulgativa que se celebró a la vez en 50 provincias españolas.

Y el lugar elegido en Mallorca fue la costa de Peguera, porque, según detalla Giménez, allí existe una buena representación de materiales de la época del Paleógeno, que tiene entre 45 y 25 millones de antigüedad. Casi nada. Aquí se encuentran rocas y minerales que se adentran en las profundidades de la historia de la Tierra.

Era una época en la que no había mar Mediterráneo –hacia el este se encontraba un mar denominado Tethys–, y el denominado clima mediterráneo tampoco existía.

"Era un clima más cálido y húmedo, casi como el tropical", apunta Giménez. "De hecho se ha observado que había diversas asociaciones de plantas que nos dicen que en Mallorca había ambientes parecidos a bosques y otros más parecidos a lo que puede ser un palmeral de los trópicos", manifiesta.

Así, junto a la peculiar fauna antes mencionada, había helechos, pinos, abetos, palmeras... Y carbón. Había mucho carbón en la isla, que apareció durante el Paleógeno. En Peguera, también, aunque no al nivel de otras localidades de la isla (en el Raiguer, el Pla, el Llevant...), donde millones de años después, durante el pasado siglo veinte, hubo explotaciones de este mineral.

La fisonomía de la zona dibujada en los párrafos anteriores experimentó un cambio trascendental que vino de las entrañas de la tierra. En la etapa final del Paleógeno, hace unos 20 millones de años, las placas tectónicas entraron en acción. Y se empezó a perfilar el actual estado geológico.

Las Balears se separan. El relieve comienza a adoptar una forma de acordeón. Cruje el terreno. Y empieza la formación de la Serra de Tramuntana, la de Llevant...

Los procesos geológicos son largos, imperceptibles en el corto plazo, pero inexorables. Así se va formando la actual configuración de la costa de Peguera. Giménez explica que se trata de un litoral "muy irregular" producto de la erosión incesante. Con muchos salientes y entrantes en la tierra. O, lo que es lo mismo, con muchos cabos y calas. "Esa configuración es debida a los materiales que forman las rocas. Si esas rocas son duras, formarán cabos. Y, si son blandas, calas", expone.

Todo el mundo conoce el resultado geológico de todos aquella época transformadora. ¿Y el aspecto futuro de la zona?, ¿se puede prever? Es difícil, responde el geólogo. Si la erosión sigue implacable, ´desmontando´ salientes, ´desmantelando´ montañas, quizá dentro de millones de años nos encontremos con zonas montañosas "más bajas" y valles "más llenos de sedimentos". Es sólo una suposición, dice Giménez.

Lo que parece seguro es que será difícil volver a ver cocodrilos paseando por Peguera.