Los trinxets que fabrica Eugenio Martínez son conocidos en toda la isla porque están entre los pocos que, a día de hoy, se siguen elaborando artesanalmente.

–¿Qué se necesita para elaborar un trinxet?

–Paciencia y buena materia primas. La hoja se hace con acero o acero inoxidable, y para darle forma sigo trabajando con la forja ya que garantiza un buen acabado y un excelente corte. Por otra parte, son muy apreciados los mangos de cuerno de macho cabrío, aunque cada vez más se hacen de madera de olivo o de encina. Un buen trinxet sirve para toda una vida; de hecho hay clientes que me comentan que tienen trinxets con más de cien años de historia, ya que eran de sus antepasados y han pasado de generación en generación.

–¿Puede desaparecer el oficio?

–Cuando empecé a trabajar solo en Consell había siete trinxeters, y ahora quedamos cuatro en toda Mallorca. Recuerdo que cuando era pequeño iba a aprender el oficio desinteresadamente, y ahora la gente quiere cobrar antes de aprenderlo. Sin duda, el oficio viene experimentando una decadencia y su futuro no parece estar asegurado

–¿A qué se debe esta situación?

–Las importaciones de cuchillos industriales de la península, primero, y ahora con los de China, han roto los precios del mercado, y en consecuencia han ido destruyendo puestos de trabajo de este oficio artesanal. Además, antiguamente en todas las casas mallorquinas había un trinxet para cortar el pan. También era habitual entre los payeses llevar uno siempre encima para las labores del campo. Sin embargo, la decadencia agraria también ha provocado que la demanda de trinxets haya disminuido. Al ir perdiéndose su uso, a día de hoy, hay gente que ya no sabe ni usarlo.

–Aparte del trinxet, ¿qué otras herramientas elabora un trinxeter?

–Todo tipo de herramientas del campo, aunque el serrucho es el que más demanda tiene. Pero también se suelen hacer cuchillos de cocina o para matanzas, además de arreglos de tijeras de podar, entre otros utensilios.

–¿Ha cambiado el perfil del cliente?

–En general el perfil es el mismo. Se trata de clientes de toda la vida que siempre han acudido al taller o que me conocen del mercado del jueves en Inca o de los domingos en Santa Maria, donde también acudo a vender. Aunque sí he notado como cada vez va disminuyendo más la demanda de herramientas tradicionales del campo y, en cambio, aumentan los arreglos de herramientas de jardinería.