Juan Mercant Terrasa es un gabellí que lleva más de medio siglo dedicado a la pesca en el puerto de Cala Rajada. Es descendiente de los Castus, una de las primeras familias marineras que se instalaron en el puerto, posiblemente provenientes de la zona de Tramuntana. Desde hace más de 40 años se dedica al arte de rederos, o como los llaman ellos, armadores. Junto a su hermano regentan actualmente dos barcas de Bou y desempeña el trabajo de patrón mayor de la cofradía de pescadores de Cala Rajada. Aunque la mayor parte del tiempo se le ve sentado en la explanada del puerto arreglando las redes de arrastre.

—¿Cómo empezó en este oficio?

—Mi abuelo ya era pescador en Cala Rajada. En el año 1956 pasó del típico llaüt a la barca de Bou (de arrastre), en la que trabajaban mi padre, que vendía después el pescado diariamente en Palma, y mis dos tíos. Así que yo desde muy pequeño ya estaba en este mundillo. Al ser el mayor de los primos fui el primero en elegir lugar de trabajo y me decidí por arreglar las redes. Es lo que llevo haciendo desde hace 45 años.

—¿Cómo transcurre una jornada normal de trabajo?

—Actualmente en la familia tenemos un par de barcas de Bou y manejamos un total de 14 redes, por lo que cada día mi hermano, mi hijo y yo venimos a arreglar las más estropeadas. Si cuando llega la barca los daños son pocos, la arreglamos a bordo, en cambio si los desperfectos son más grandes las extendemos en el puerto para repararlas.

—¿Qué utensilios usan para repararlas?

—Básicamente el hilo, las agujas para enfilarlo, que actualmente son de plástico aunque yo las he conocido de madera y metal, y el cuchillo que es fundamental y que todos los rederos tenemos muy celoso; no se lo prestamos a nadie. Las agujas son de diversos tamaños y se utilizan unas u otras dependiendo de la amplitud del agujero de la red.

—¿Qué tipo de redes hay?

—Básicamente podríamos decir que hay dos, unas más gruesas para pescar en la plataforma y que generalmente tienden a romperse más habitualmente al tratarse de fondos rocosos y otras más finas y de dibujo diferente que sirven para la pesca de la gamba. Luego hay más variaciones, pero básicamente podríamos reducirlo a lo que llamamos redes de suelo o de lejos.

—¿Es difícil arreglar las redes?

—No es difícil, todo marinero con años de experiencia aprende ha hacerlo; se trata de una labor que se aprende por experiencia y no por escuela. Pese a que es un trabajo muy laborioso nos cunde bastante. Se trata de dejar la red tal y como estaba antes de romperse. Para recomponer lo más fielmente el estropicio que pueda presentar la red, hay que buscar el cuadro de inicio y final correcto. Para ello es necesario deshacer parte de la red. Cada cuadro tiene cuatro nudos y para empezar y terminar necesitamos cuadros de tres, el resto con dos son fáciles de recomponer.

—¿Fabrican redes nuevas?

—Sí. Tampoco es muy complicado, se trata de hacer el dibujo del bou en un papel y luego llevarla a la práctica para hacerla realidad. Actualmente empleamos uno cuyo diseño es todo nuestro y que ahora queremos modificar para sacarle aún más rendimiento. Hay que pensar que cada embarcación es diferente por lo que la red tiene que ser la apropiada para cada una de ellas, sea del tipo que sea se tiene que se la adecuada.

—¿Por qué tienen tan mala fama los pescadores de barcas de arrastre?

—Tenemos que reconocer que es una modalidad agresiva y poco selectiva. Pero también la más legislada y controlada. En la isla entre un 70 y 80 por ciento de las capturas provienen de embarcaciones de arrastre, por lo que si se eliminaran se verían afectadas las infraestructuras creadas en torno de la pesca profesional. Además hace tiempo que venimos demostrando que cumplimos con la normativa de pesca.

—¿Cómo ve el futuro de la pesca de arrastre?

—Creo que de cada vez más la tendencia es a desaparecer. Hay una falta evidente de subvenciones para desmantelar embarcaciones de este tipo. Hasta entonces el futuro pasa por una pesca lo más racional posible que evite una sobrecaptura. También, las reservas y un mayor esfuerzo pesquero que permita junto con los científicos controlar la poblaciones de las especies, serían los puntos más importantes.