Más de 20 años después de que abandonara la alcaldía de su ciudad, Jaume Llull Bibiloni (Manacor, 1936) sigue siendo un oasis en un desierto conservador. La única excepción a una regla de la que el PSOE no consigue escapar. Pese a todo Llull es optimista.

–¿Se vive más tranquilo apartado de la política?

–No. Yo al menos estoy más inquieto [risas]. No puede ser que todavía siga siendo el último alcalde del PSOE desde 1991. Creo que es lo que peor llevo. No es bueno que la política sea un estanque cerrado; creo que es un empobrecimiento de la sociedad.

–¿Le encuentra explicación?

–Hay varios factores que podrían explicarlo. Pero en general creo que en Manacor va muy ligado al castigo que se les aplica a todos aquellos que despuntan, que rompen la fila. Es como si una losa cayera sobre ellos. Cuesta mucho romper la continuidad. Es esa frase del sempre s´ha fet així...

–Pues en las últimas municipales el PP se hizo incluso con su primera mayoría absoluta...

–El poder absoluto no es bueno, crea una sensación de verdad sin discusión que convierte a los que la asimilan en una especie de sicarios de la política. Yo limitaría los años de mandato de un mismo gobierno a dos o tres.

–¿Habla con Pastor?

–Muy poco. Sólo le he informado de ciertas cosas que pasaron en los años en que yo estuve de alcalde, y para recordarle públicamente que la alcaldía de Manacor merece una dedicación completa y no se puede compaginar con el Parlament, si es que se quieren hacer las cosas bien.

–¿No le gusta la clase política actual?

–Hay demasiado funcionario, demasiado profesional de la política. En el momento que miras abajo y no te ves los pies es porque has perdido la perspectiva. Yo me reunía con las asociaciones de vecinos para repasar punto por punto los presupuestos o explicaba mis funciones como alcalde a los escolares. Incluso hace unas semanas me paró por la calle una joven que siendo pequeña, me escribió una carta desde su escuela para hacerme una serie de preguntas y consultas. La llamé por teléfono para responderle. Esa proximidad ha desaparecido.

–Por cierto, ¿Cómo le fue ayer la pesca?

–Normal, tampoco hay mucho pescado no se crea. Salgo a pescar porque me entretiene.

–Porque usted vive desde hace años en Porto Cristo...

–Así es.

–¿Qué opina de la voluntad del Ayuntamiento de ampliar el puerto deportivo?

–Creo que el viejo puente actual podría eliminarse una vez lista la ronda de circunvalación. Bastaría con habilitar un puente peatonal de una orilla a otra del Riuet. Según los geógrafos Porto Cristo está sujeto a rissagues y problemas sísmicos que hacen que el nivel del agua suba, por lo que debería dragarse y dejar que el agua fluya. Eso sí, preservando al 100% en entorno natural de la zona del puerto romano sin construcciones que llegarán a los acantilados. Incluso podría estudiarse la posibilidad de crear un paseo y una barca turística que llegara hasta las Cuevas y el Castell dels Hams.

–También estuvo en el primer Ayuntamiento democrático. ¿Cómo lo recuerda?

–Con cierta añoranza y con el convencimiento de que todo era más virginal entonces. Era otra forma de hacer política. No sé si era porque la gente no se atrevía a hacer ciertas cosas por la reacción que podría conllevar, pero realmente había una ética y una estética que no hay ahora. Con toda la modestia del mundo, creo que fuimos un Ayuntamiento puntero en el consenso y el diálogo. El pleno era cada 15 días y más de un 80% de las propuestas de todos los grupos salían adelante.

–Pero la primera vez que fue alcalde no era bajo las siglas del PSOE

–No. Fue la legislatura 1979-1983 cuando formaba parte de las listas de CDI en un gobierno de coalición junto a OIM y UCD. Hasta 1981 el alcalde fue Llorenç Mas y después me tocó a mi. Después estuve cuatro años en el Parlament y volví a presentarme en 1987 por el PSOE. Estuve en la alcaldía hasta 1991.

–Y tras todo este periodo de sequía de resultados, ¿No ha pensado alguna vez volverse a presentar?

–Después de 1991 estuve cuatro años más como regidor socialista en la oposición. Creo que 16 en política activa son suficientes.

–O sea que confía en los tres concejales jóvenes del PSOE en el Ayuntamiento

–Totalmente. Son gente que tiene una opinión propia y ya no creen en eso de si te portas bien estarás calentito... Si no puede haber reflexión eres un esclavo.

–¿Le piden consejo?

–Me piden opinión que es distinto [risas].

–Por cierto... ¿Usted no presentó ya un Plan General de Ordenación Urbana?

–Sí. Estuvo en exposición 48 horas y no salió adelante.

–¿Por qué?

–El urbanismo local lleva 21 años en manos de la derecha y los intereses privados predominan. En materia urbanística el Ayuntamiento siempre es subsidiario, nunca parte en igualdad de condiciones y así es imposible. Si el consistorio debe responder si hay errores al final también tiene que poder intervenir en las reglas iniciales, pidiendo avales bancarios previos por ejemplo. El urbanismo es generalmente especulativo, el dinero no conoce la harmonía. Pero tampoco puedes estar 20 años sin decidirte.