Cala Murada tiene poco más de medio siglo de existencia y 30 de abandono municipal. Dentro del término de Manacor, aunque lindando con el de Felanitx (de hecho sus escolares siguen yendo a clase en el municipio vecino), la urbanización fue ideada por la promotora madrileña Cobasa y la constructora Dragados en 1958 se ha transformado en un pueblo residencial de 1.000 viviendas y solo un tranquilo hotel, pero a nadie parece importarle. El ayuntamiento manacorí recepcionó en los 80 más del 90% de sus solares y los gestores privados ya no tuvieron razón de ser.

Durante unos años el consistorio atendió al nuevo territorio ´adquirido´: un Centro Cívico, la reforma del paseo marítimo o la adecuación del asfalto de las avenidas principales. Pero fue efímero. Desde entonces el limbo administrativo pesa como una losa.

La asociación de vecinos y propietarios, en realidad se encarga de gestionar Aguas Cala Murada (con fugas que hacen que hasta el 40% del agua potable no llegue a su destino) y mantener una pequeña biblioteca y centro clínico (con visitas solo los jueves a las 13 horas). Cobra 60 euros por socio y año, y va perdiendo adeptos.

Aceras que no existen, calles de piedras, hierbas, contenedores en medio de curvas cerradas, escombros, barrancos sin protección y con caída de unos 20 metros, una parada de bus en un cambio de rasante ciego o un paseo que da acceso a la playa que se desmonta (literalmente) a trozos. Unos bañistas alertan del mal olor que sale de una parte de sus aguas. Y es que las aguas fecales de unos 50 chalés sobre sus rocas siguen filtrándose desde hace tres décadas. El antiguo puerto es ahora una balsa verdosa donde más vale ni remojarse los pies.

El pasado mes de febrero y tras protestar en un pleno municipal, un grupo de 150 vecinos consiguió reunir 500 firmas para exigir mejoras urgentes. El equipo de gobierno les hizo ´caso´: quitó varios metros de hierbajos de la Vía Europa (la sinuosa carretera de acceso), pintó los pasos de peatones y está rellenando 150 metros de acera. Poca implicación para un lugar que podría ser ejemplar.