A pesar de que la sequía siempre supone un problema para una zona natural que vive del agua, se trata de una situación transitoria que concluye con la llegada de las lluvas. Más difícil de solucionar es la elevada presencia de nitratos contaminantes que presentan las aguas que llegan al parque natural desde los campos agrícolas del norte de la isla. "Cuando llega poca agua debido a la falta de lluvias, el líquido presenta una mayor concentración de contaminantes", explica Maties Rebassa.

Los restos de pesticidas y las aguas mal depuradas que penetran en el humedal "afectan a toda la cadena trófica". Así, especies vegetales que necesitan aguas poco contaminadas para subsistir sufren un retroceso en la población que afecta también a los vertebrados que se nutren de estas plantas. La focha suele alimentarse de estos macrofitos, y cuando éstos escasean, el ave deja de reproducirse porque no tiene las condiciones adecuadas para ello. Rebassa cree que la reducción de nitratos es posible siempre y cuando los agricultores usen los justos y necesarios.