La crisis no afecta a todos por igual: unos tanto y otros tan poco. De los 52 municipios de la part forana, solo hay un alcalde que reconoce abiertamente, al preguntarle sobre los recortes y las medidas de austeridad de su Ayuntamiento, que no sabe de qué le están hablando ni falta que le hace. Es el de Valldemossa.

El pueblo de la Serra no va sobrado, pero tampoco necesita hacer tijeretazos a diestro y siniestro. El alcalde Francesc Mulet (CxI) arguye que la buena temporada turística les ha permitido que la caja esté llena. Valldemossa recauda una buena cantidad con la ORA de los aparcamientos municipales y, además, se lleva un porcentaje de las entradas de la Cartuja. Así que el consistorio valldemossí es un bicho raro entre las corporaciones locales. "A veces lo he hablado con otros alcaldes y me dicen que no lo entienden, no se lo explican", relata Mulet.

Pero Valldemossa es la única excepción a la norma que dice que, en tiempos de crisis, hay que sacar dinero de donde haga falta. Todo vale. En realidad, casi todo, porque recortar en servicios sociales no está bien visto. Un ejemplo: el alcalde de Llucmajor, Joan Jaume Mulet (PP), manifestó en el último pleno municipal que la residencia de la tercera edad y las escuelas de educación infantil eran servicios deficitarios, pero que no iba a dejar de prestar el servicio.

¿Entonces de dónde ahorran los ayuntamientos? Hay tres apartados fundamentales: personal, gasto corriente y fiestas. Cada municipio lo hace a su manera. En proporción, para Banyalbufar, Llubí o Maria de la Salut supone más beneficio ahorrar con las lámparas LED que los 50.000 euros que se ahora Calvià en sueldos de alcalde y regidores. Ora por quedar bien ante el electorado, ora por convicción, autorrebajarse la nómina ha sido una de las decisiones más recurrentes tras las pasadas elecciones municipales. Campos –gobernado por el PP– y Santa Margalida –presidido por una coalición de centroizquierda– han sido dos de los casos. En ambos ayuntamientos han reducido cargos de confianza y sueldos de políticos en pro de las arcas municipales.

En cambio, lo que no está tan claro es que las corporaciones locales vayan a resolver el problema del paro. Numerosos municipios han dejado de cubrir las plazas que quedan vacantes por traslado o jubilación y lo han convertido en una "política estable", en palabras del alcalde de Felanitx, Biel Tauler (PP), donde la aplican desde 2010. En Muro este año han dejado vacante un puesto de trabajo, han reducido las horas extraordinarias y han dejado de contratar cuatro policías turísticos como hacían otros años. En Lloret se da una circunstancia curiosa: el secretario municipal se ha trasladado a otro consistorio y cubrirán la plaza con una administrativa que ejercerá sus funciones para ahorrarse su sueldo. Y en Sencelles las horas extra no se cobrarán, sino que se cambiarán por días libres.

El capítulo de gasto corriente se ha convertido en otro de los caballos de batalla. "Vamos a renegociar los contratos de..." ya es una oración de obligado rezo. En Manacor, Lloret y Andratx lo han hecho con la telefonía móvil, incluso tomando la determinación de cambiar de operadora telefónica. En Sencelles, además de renovar las bombillas por unas de bajo consumo, modificarán la compañía suministradora de la luz. En Algaida han optado por crear una planta fotovoltaica y vender energía, mientras que en Sant Joan apagan la mitad de las farolas durante la madrugada. Además, el consistorio que dirige Joan Magro (PP) quiere evitar las fugas de aguas y ha revisado todas las líneas que llegan hasta el pueblo para no pagar de más.

Para el alcalde de Mancor, Bernardí Coll (PP), el gasto corriente es "de las partidas que más se puede reducir". Atrás quedaron los tiempos del despilfarro. El primer edil de Maria de la Salut afirma que "se vigila mucho el gasto, sobre todo de lo que se compra, aunque sean folios". Y el munícipe de Muro, Martí Fornés (CDM), reconoce que ahora piden "diferentes presupuestos para hacer una obra, antes no".

Se acabó la fiesta

El apartado de fiestas y ferias es el tercero que más sufre en los presupuestos de este año. Hay recortes mínimos –en Sineu ya no se editan publicaciones y en Costitx se reduce el tamaño de los piscolabis en las inauguraciones– y recortes máximos –como las fiestas patronales de Pollença, reducidas en 130.000 euros, o el Dijous Bo de Inca, que se hará con 112.000 euros menos–. La solución de Consell fue reducir el programa de fiestas en cinco días. "Por lo tanto, son 30.000 euros menos en actos y horas extra de la policía y la brigada municipal", aduce el munícipe Andreu Isern (PSOE). En cambio, los grupos de música locales están de enhorabuena, ya que los consistorios los prefieren para no pagar el caché de las formaciones consolidadas.

Visto lo visto, cuadrar las cuentas municipales no es tarea fácil. En Santa Eugènia, el alcalde Guillem Crespí (PP) dice que no harán más recortes hasta saber de qué ingresos disponen para el próximo ejercicio. Y en Puigpunyent las medidas de ahorro están tomadas, pero pendientes de cálculo. Nadie se escapa de la crisis, así que quien esté libre de hacer tijeretazos, que tire la primera piedra. Y, por lo que parece, en 2011 solo Valldemossa tiene esa potestad.